Entra Martina Gómez, descendiente de aquella; injustamente criticada, satirizada y ridiculizada Martina… la que tenía 15 años.
Se presenta
ante el público.
MARTINA: Hola, que bueno que están hoy aquí conmigo.
Permítanme presentarme, aunque mi nombre aparece en el banner de la entrada,
pero de seguro no lo vieron por leer el título de esta charla: Martina, puta o
víctima de la violencia de género… Yo soy Martina Gómez… y, no. No es
casualidad que me llame como Martina, como la famosa protagonista de la
canción. Ya que ella fue prima hermana segunda de mi bisabuela por parte de
madre. Y mi padre decidió llamarme así, en su honor.
Y después de escucharla tantas veces, creo que su
nombre ha sido manchado por el celo maldito del machismo irracional… o sea, por
un pendejo receloso que no supo llenar los huecos y recovecos de Martina… (pausita) para mayor claridad; le quedo grande la yegua.
Para empezar, la canción nunca menciona el nombre del
supuesto ofendido, según esto, que por respeto a la familia y porque no se
fuera a violentar “su buen nombre”… Ah, pero les valió gorro que el nombre de
ella fuera revolcado en el fango. Tan es así, que no sólo lo menciona su
nombre… Martina!... Sino, que la hacen ver como una zorra, y para colmo hasta
la edad menciona.
(pregunta al público)
Quién de ustedes, mujeres, tiene hijas?... a ver, levante la mano.
Elegirá a una
y le preguntará:
Señora, puede usted ponerse de pie, por favor.
Gracias… ahora imagine que su hija está por llegar a
los 15 años… la edad de la ilusión… quién más, sino la madre, para darse cuenta
que su hija está hecha de sueños hermosos… el brillo de sus ojos le gritan;
mamá, cómo hago mis sueños, visibles, palpables!… Usted, con gran amor y
ternura la abrazará y le dirá al oído: hija, con esfuerzo y mucho amor, uno a
uno se hará realidad.
He aquí la gran pregunta: en que estaría usted
pensando? … en su fiesta de quince años?... o en casarla con un hombre que podría
ser su abuelo y que mancillará su inocencia con su miembro, no voy a decir
viril, porque no se sabe… pero sí, haciendo
uso de fuerza bruta.
Obvio que
responderá en la fiesta de quince años.
Claro que sí señora!… en su fiesta!... en las
palabras que le dirá a los asistentes… en el vals que la niña bailará junto a sus
chambelanes… (escuchamos el vals “El Danubio
azul” mientras se escucha baila un poco) Ay, me canse… pero su hija, de
seguro querrá bailar toda la noche con sus amigos y familiares… querrá
disfrutar cada momento… porque será único e irrepetible… sus quince años!
Está usted de acuerdo conmigo? Escuchamos
la respuesta de la señora.
Gracias señora ya puede sentarse. (al público) quizá hasta un viaje por
las Europas le den a la niña. Visitando Paris y la torre Eiffel, Venecia y sus
canales o la plaza Duomo donde está la torre inclinada de Pisa… (suspiro) que bonito, ah, y sin olvidar…
Alemania, Inglaterra, España y Portugal.
Bueno, pero si la patria esta jodida, que se conforme
con un viaje a Xochimilco y sus canales de aguas puercas.
Pero Martina, la pobre Martina… ella no tuvo la opción
de una fiesta y fue obligada, vaya usted a saber si fue mediante violencia,
amenaza, abuso coactivo o intimidatorio… pero de que la obligaron a casarse, la
obligaron.
La criada, de mala gana, le contesta:
-Levántese aste, señora, que conmigo no ha de dormir.
Pinche gata retobona si me enfermo será gracias a ti…
(grita) voooooy
Alba se levanta en saya blanca, aplicó justillo de
carmensí, cogió una tea y al portón se enfiló. (pausita) Para los que no entienden español antiguo, esto quiere
decir: que se levantó en chinga, cogió una sábana, se retoco los labios, cogió
una vela y fue a abrir.
Pero… al desatrancar la puerta, se le ha apagado el candil, y con voz
traviesa dijo:
-Quien ha apagado mi luz, me quiere apagar a mí.
/ Quien ha apagado tu luz, te quiere más que tú a mí.
Le ha cogido de la mano, se lo ha llevado al jardín,
le ha lavado pies y manos con agua de toronjil.
Le ha cogido de la mano, se lo ha llevado a dormir,
entre sábanas de Holanda y colcha de carmensí.
Bueno, aquello era un cogederoooo... de mano, pies y algunas otras cosillas.
Pero, entrada la noche a doña Alba se le ha escapado decir:
-¿Qué tiene, mi gran francés, que está triste junto a mí?
Si teméis a la justicia, mi padre es el alguacil;
si teméis a mi marido, el buey está muy lejos de aquí.
/ Yo no temo a la justicia ni a tu padre el alguacil,
/ ni tampoco a tu marido, que lo estoy viendo venir.
Alba, al escuchar esas palabras en chinga la cama dejo, se hicó y un ave
María rezó.
Dios te salve María, llena eres de gracia…
El marido al verla rezando se asustó.
_Qué hace esposa mía?... acaso alguien murió?
Alba, muy serena le respondió:
Nadie ha muerto, al menos no de este hogar.
_Entonces; qué hacéis hincada? El marido le preguntó.
Si me ves hincada y elevando plegarias,
es porque en mi cama alguien se apareció.
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