La
Boda…
de
mi hija
Hugo R. Gómez
El carácter impositivo de
Elena queda una vez más demostrado al designar los padrinos de boda de
Cristina, su única, hija.
Elena ha hecho su pequeña
fortuna a través de trabajo, disciplina y los múltiples seguros de vida que le
dejo su esposo, al morir.
Utiliza el chantaje amoroso
que Cristina le profesa para imponer sus decisiones. Sin duda alguna Elena proyecta
sus frustraciones y deseos no cumplidos al momento de su boda, ya que su madre
no intervino, ayudo o sugirió en nada, dejo que Elena utilizara su libre
albedrío… y se juró a sí misma que ella no sería así de indiferente- lo que no
vio o no quiso ver, es la sabia decisión
de su madre al darle toda la libertad de hacer y deshacer en su, repito en su… boda.
Bueno, eso demuestra que no hay más ciego que el que no quiere ver. Regresando
a la indiferencia, como les comentaba… Elena juro y perjuro que su hija
recibiría toda la ayuda de ella… lo que no se preguntó, es que si su hija la
solicitaba, requería o simplemente le interesaba recibirla.
Pero que madre no hace hasta
lo imposible por la felicidad de los hijos?... No me respondan. Ya sé que en la
mayoría de los casos confunden, y lo que
inicia con buenas y nobles intenciones… termina como una amarga interrupción de
decisiones.
Lo que sea, prepárense a
conocer a Elena y su hija Cristina… que se diviertan.
Personajes:
Elena: La madre
Cristina: La hija
La
acción se desarrolla por completo en la sala de la casa.
Vemos
entrar a Elena, hablando por teléfono.
ELENA: No señorita, el papel
de la invitación es color bistro aurora boreal… cómo que está agotado… entonces
use el color Labrador…. no es el color de los perros. Labrador, es un tono de azul
que toma su nombre del mineral labradorita… todos los días se aprende algo
nuevo. Y el sobre lo quiero de color Púrpura de Tiro… no señorita, morado no… claro que no es lo mismo, para que
lo sepa Tiro fue una ciudad romana… no
señorita, no tiene que viajar a Roma… búsquelos… no, no, aquí espero. (para si) Esta empleadilla ni la primaria de seguro
terminó, no sabe de colores!... Aquí sigo… Sí tiene los colores, ¡bendito sea
el señor!... ah y por último, por favor, en los boletos incluyan la leyenda:
sólo de etiqueta… gracias. (cuelga) Nada
de colados fachudos, si van de gorrones que vayan bien vestiditos.
Marca un número en el teléfono.
Bueno, Eri habla Elena… bien,
bien y Gerardo?... ya se fue a trabajar… no, no, mejor te lo digo a ti… como ya
sabes se casa Cristina… ella está muy bien, gracias… yo la saludo de tu parte.
Como te decía, se casa y quiero pedirles un favor… no, no es dinero… fíjate que queremos a los
gemelitos como pajes… sí, para que le levanten la cola… No, no, Cristina lo
pide, yo solo soy el conducto… (alegre)
entonces cuento, digo cuenta Cristina con los gemelitos como pajes… Eri, te
dejo tengo tanto que preparar... chao, besitos. (cuelga) La boda perfecta…? … Por supuesto, como que la estoy
organizando yo.
Escuchamos a Cristina en off.
CRISTINA EN OFF: Mamáaaaaa.
ELENA: Acá hija, en la sala.
CRISTINA: (entra cargando el vestido de novia) Por
fin te encontré.
ELENA: Ay, hija… para la otra
me marcas al celular.
CRISTINA: Le digo al vestido.
ELENA: Ah, sí… apoco estaba
perdido?
CRISTINA: Arrumbado en el
cuartito de los trebejos.
ELENA: Entonces siempre sí vas
a usar mi vestido?
CRISTINA: Sí. Será un honor
usarlo… además está muy bueno.
ELENA: Sólo lo use una vez. (voz quebrada) Aún recuerdo como tu
padre, que Dios lo tenga en su santa gloria, esperaba al final del pasillo… con
su boutoniere en la solapa de su impecable esmoquin.
CRISTINA: Hasta ahora sé cómo
se llama el adornito que lleva el novio…
Se da cuenta de que su mamá está a punto de llorar
… No llores mamá, mi papá
desde el cielo nos ve y cuida.
ELENA: Debería estar aquí, con
nosotros, celebrando tu felicidad.
CRISTINA: Dios tenía otros
planes para él… pero estoy segura que está feliz porque su única hija se casa.
ELENA: (reproche disfrazado) Se casa y deja a su madre sola y abandonada.
CRISTINA: Mamá…
ELENA: Lo que importa es tu
felicidad.
CRISTINA: Mamá ya hablamos de
esto muchas veces.
ELENA: Pero ni creas que te
voy a cuidar a tu niño, o niña… cuando tengas alguna fiesta o por cuestiones de
trabajo tengas que viajar.
CRISTINA: Mamá no empieces…
ELENA: Porque entonces si vas
a acordarte de que tienes madre.
CRISTINA: Mamá, vamos a vivir
aquí, contigo.
ELENA: Qué!!!?... y soportar
al pesado de tu marido.
CRISTINA: Quién te entiende.
ELENA: Nomás porque te quiero
mucho, voy a hacer el esfuerzo de soportar su presencia.
CRISTINA: Gracias mamá.
ELENA: Por cierto, ya ordene
las invitaciones.
CRISTINA: Con el color que
Rodolfo escogió?
ELENA: Respete su elección.
CRISTINA: Porque el color ese
de Púrpura de… de…
ELENA: Tiro, Púrpura de Tiro.
CRISTINA: Ese. Está muy feo.
ELENA: Gris atardecer con rojo
bermellón como pidió el señor.
CRISTINA: Y espero que no le hayas
pedido que pusieran “sólo con esmoquin o frac”, eh.
ELENA: Me tachas de discriminatoria…
por mí que vayan como quieran, en harapos y andrajos… total es tu boda.
CRISTINA: Lo importante es que
estén conmigo y compartan mi felicidad… la vestimenta pasa a segundo término.
ELENA: Acuérdate de lo que
paso en la boda de tu prima Dorotea… se coló un pordiosero.
CRISTINA: Ay, si… comió y
bebió hasta ponerse ebrio…
ELENA: Saco su porquería a
media pista y tiró el excedente de su vejiga.
CRISTINA: Que hizo qué?
ELENA: Que se mió.
CRISTINA: Ay, sí… que
bochorno.
ELENA: Y tu tío le dio un
golpe, que por nada y lo mata.
CRISTINA: Casi se convierte en
desgracia.
ELENA: Quieres que te pase
eso?
CRISTINA: No me eches la sal.
ELENA: No es echarte nada… es
para que veas lo que puede pasar. Y en
un segundo de jolgorio a velorio.
CRISTINA: Ya entendí tu punto
de vista… me haces un favor?
ELENA: El que sea hija.
CRISTINA: Le hablas al de la
imprenta y le dices que ponga en los boletos que vayan de etiqueta.
ELENA: Hija, dalo por hecho.
CRISTINA: (viendo el vestido) De qué color el
vestido de mis damas?... Nada de Púrpura de Tilo por favor.
ELENA: Ya sé que mis gustos
son nacos… (haciéndose la ofendida) como
dices tú.
CRISTINA: No eres naca mamá…
simplemente no compartimos gustos.
ELENA: A Dios gracias… y
agradece que tú eres guapa, gracias a que elegí un hombre guapo y elegante.
CRISTINA: Que detalle.
ELENA: Te imaginas si me
hubiera casado con el carnicero del mercado?
CRISTINA: Cual…?... No me
digas que el viejo gordo y cacarizo!?
ELENA: El mismo… Y si vieras
como me insistía, que ponía la carnicería a mi nombre, que me compraba casa en
las lomas, que auto del año, todo si le daba el sí.
CRISTINA: Que bueno que no se
lo diste.
ELENA: Sí, que bueno… porque tú
estarías llenita y cacariza.
CRISTINA: ¡Mamáaa!
ELENA: Es la verdad.
CRISTINA: Mejor dime de que
color el vestido de las damas.
ELENA: Si no te gusta el
púrpura de Tilo, que te parece el Labrador?
CRISTINA: Mamá… no son perras.
ELENA: Te diré, te diré…
CRISTINA: Son mis amigas.
ELENA: Hija, Labrador es un
color… un tono de azul precioso.
CRISTINA: Ah, color azul… me
gusta, que sea color Labrador.
ELENA: Y ya pensaste quien te
va a levantar la cola?
CRISTINA: Te refieres a mi
paje?
ELENA: Sí… o que pensaste?
CRISTINA: Nada, nada… y tengo
en mente a la hija de mi amiga Lourdes.
ELENA: Lourdes… Lourdes…
Lourdes… ¡no me digas que Lourdes la que trabaja en cuarto piso de gobierno!?
CRISTINA: Esa merita.
ELENA: Ay, no… esa no es
casada…
CRISTINA: Y qué tiene?
ELENA: Sepa Dios con quien se echó
un volado.
CRISTINA: Mamá!... que cosas
dices!
ELENA: En algún escritorio o
en un motelucho, de los que cobran por hora, cometió el pecado.
CRISTINA: Como haya sido,
donde haya sido y lo que haya sido… la niña es inocente de todo acto cometido
por la madre.
ELENA: Bueno, sí… pero… por
qué no te buscas otra.
CRISTINA: A tu gusto?
ELENA: No hija, no a mi gusto…
lo que no quiero es que hablen de ti las lenguas viperinas.
CRISTINA: Ah, sí… y, que
pueden decir?
ELENA: Viste quien le levanto
la cola a la hija de Elena… (mustia)
¡La hija de la disoluta!
CRISTINA: Y qué tiene?
ELENA: Si ella es disoluta la
amiga es una…
CRISTINA: ¡Mamáaaa!
ELENA: Eso es lo que quiero
evitar… suspicacias.
CRISTINA: No te preocupes.
ELENA: ¡Por supuesto que lo
hago!... (dramática) quién sabe si
pueda dormir.
CRISTINA: Te tomas un ansiolítico,
y a la camita.
ELENA: Ya veo que no te
importa que la reputación de tu familia…
CRISTINA: Mamá, siempre he
sido recta y recatada.
ELENA: Parece que tus
amistades te están cambiando…
CRISTINA: Como crees…
ELENA: Anda, que la hija de tu
amiguita lo haga… y que nuestro nombre se ensucie, total… que importa.
CRISTINA: Mamá, claro que me
importa…
ELENA: Pues no se nota…
CRISTINA: Si te preocupa el
qué dirán, busco a alguien más.
ELENA: Hija, en esta vida ya
voy de salida, pero tú, apenas inicias y una mancha así difícilmente se limpia.
CRISTINA: Mamá si de Gandhi
hablaron…
ELENA: Pero el tal Gandhi no
vive en esta casa y tú y yo sí.
CRISTINA: Mamá, Gandhi ya se
murió.
ELENA: Más a mi favor… si
hablan de los difuntos, ¡que pestes no dirán de los vivos!
CRISTINA: Ay, mamá…
ELENA: Nada de ay mamá… No
quiero que confundan este respetable hogar con una sucursal del santuario de
Militta.
CRISTINA: Qué es eso?
ELENA: Un lugar en la antigua
Babilonia donde se practicaba sexo a cambio de un pago.
CRISTINA: Mamá!... estas
dándole vuelo a tu imaginación!
ELENA: Ahí tienes a tu prima Lucrecia…
ella si le daba vuelo.
CRISTINA: Qué le sabes?...
anda, cuenta.
ELENA: Prometes guardar el
secreto?
CRISTINA: Mi pecho no es
bodega… y procuraré, al menos 24 horas de total y absoluto silencio.
ELENA: Antes de que se casara,
llevaba una vida disipada… llena de fiestas, alcohol y sustancias prohibidas.
CRISTINA: Era hostess de un lujoso
restaurante.
ELENA: Una fachada para sus
citas amorosas pagadas…
CRISTINA: Era un trabajo
honrado.
ELENA: Un aquelarre de
depravación y sexo.
CRISTINA: Mi prima no es una
santa, pero tampoco una bruja.
ELENA: Ay, hija… caras vemos,
mañas no sabemos.
CRISTINA: Mamá, hasta ahorita
no me has dicho que no sepa.
ELENA: Te acuerdas que se fue
un año a España?
CRISTINA: Sí… fue a cursos de
capacitación.
ELENA: Mentira!... se fue
porque ya tenía 4 meses de embarazo.
CRISTINA: No me digas!
ELENA: Y el padre de la
criatura fue su jefe, el presidente del corporativo.
CRISTINA: El de ojo verde?!
ELENA: Ese mismito…
CRISTINA: Pero si es casado!
ELENA: Pero no capado.
CRISTINA: Bueno, eso sí.
ELENA: Por allá se encontró un
baboso y se casó.
CRISTINA: Entonces aborto.
ELENA: De ninguna manera… no
podía aumentar otro pecado a su estupidez.
CRISTINA: Y, qué hizo?
ELENA: Dizque tuvo un parto
prematuro… una niña de 4 kilos y 55 centímetros.
CRISTINA: Y el marido se la
creyó?
ELENA: Dijo que era la viva
cara de su madre.
CRISTINA: No, pues… de que los
hay… los hay.
ELENA: Siempre hay un roto
para un descosido.
CRISTINA: Bueno… y esta
situación familiar… qué tiene que ver con el paje?
ELENA: Nada… pero ya no
aguantaba las ganas de contarlo.
CRISTINA: Mamá… tú no das paso
sin huarache…
ELENE: Alucinas.
CRISTINA: No estarás pensando
traer a la niña de España para que sea mi paje?
ELENA: Ay, no… como crees. Sería
caer en la misma situación. (sufrida)
Noches y noches de insomnio desvelado.
CRISTINA: Y… para que duermas
tranquila… a quien me sugieres como pajes?
ELENA: A los gemelos de
Gerardo… ya ves que son muy buenos cristianos.
CRISTINA: Ahorita mismo le
llamo para pedirle ese favor.
ELENA: No te angusties que yo
lo hago.
CRISTINA: De veras…?
ELENA: Tú deja eso en manos de
tu madre… y dalo por hecho.
CRISTINA: (saca un papel donde esta anotado el menú)
Rodolfo me mando el menú para la cena.
ELENA: Permítemelo. (se lo da, lo ojea y lee) Coctel de
bienvenida… (le recrimina) ni que
fuera hotel de tiempo compartido.
CRISTINA: Mamá, en lo que
esperan la comida un aperitivo cae muy bien.
ELENA: Solo que sea por eso… que
más hay… entrantes al centro de la mesa para picar… ( a Cristina) Qué diablos es esto?
CRISTINA: Son… algo así como botana.
ELENA: Por Dios hija… botana… ni que estuviéramos en
la cantina.
CRISTINA: Mejor dicho, son entremeses, finos
entremeses.
ELENA: Si son finos, se quedan… que sigue… Crema de
espárragos con un toque de hierbas finas… ay, no…
CRISTINA: No qué?
ELENA: Esto es un bote de crema campbells con cilantro
y perejil.
CRISTINA: Bueno no hagas drama, se puede cambiar.
ELENA: No se puede… se debe cambiar.
CRISTINA: Si madre.
ELENA: Sigamos leyendo… Entrecot de cerdo con hojas
verdes sobre espejo de salsa esmeralda… (molesta)
A quién le quieren ver la cara… a quién!
CRISTINA: A hora qué?
ELENA: Eso, no es otra cosa que carne de puerco en
verdolagas.
CRISTINA: Sí, pero se oye bonito.
ELENA: (indignada)
Falta que de tomar den agua de horchata, y de postre un pinche mazapán de la
Rosa.
CRISTINA: Es un menú módico y aceptable.
ELENA: Hija, sirven mejor en la cocina económica… y
con tortillas hechas a mano.
CRISTINA: (no
de muy buena gana) Y que sugieres?
ELENA: Tú elige la sopa y el postre…
CRISTINA: De sopa, una pasta fría de codito con
trocitos de jamón.
ELENA: Hija, hija…hija… no es boda de kermes…
CRISTINA: Entonces, una… una…
ELENA: No te tortures… una Crema de espárragos con
pistache.
CRISTINA: Y, sabe rico?
ELENA: Se sirvió en la boda del príncipe de Austria.
CRISTINA: Esta bien… Y, de plato fuerte?
ELENA: Estoy entre Costillar de cordero lechal cocinado
a baja temperatura, con patatas panadera y ensalada o Merluza a la romana
confitada a 45ºC sobre pimientos verdes asados con sopa de arroz al vapor.
CRISTINA: (sarcástica)
Y frijoles.
ELENA: Pero charros.
CRISTINA: El postre que se lo dejo al chef.
ELENA: Espero que no salga con la payasada de…
plátanos con crema, gelatina o flan.
CRISTINA: Mamá… me asegurare que eso no pase.
ELENA: Que así sea… porque no quiero hacerles un
escándalo a media fiesta…
CRISTINA: Mamá, mamá… la iglesia ya está corriendo las
amonestaciones.
ELENA: Hace bien… tanta vieja chismosa, no tiene
cabida en la santa iglesia.
CRISTINA: Mamá… las amonestaciones no son viejas
chismosas...
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