Sin duda alguna la mejor época en la vida de los jóvenes, es cuando
asisten a la escuela
secundaria… allí descubren, se encuentran, sufren su primera decepción amorosa… conocen gente que marcará, para bien o para mal, una buena parte de su futuro…
secundaria… allí descubren, se encuentran, sufren su primera decepción amorosa… conocen gente que marcará, para bien o para mal, una buena parte de su futuro…
Ven a los padres como los opresores de su libertad y como los mayores
enemigos de su corta vida. Creen dominar al mundo con su poca experiencia… y
piensan que a ellos nunca les pasara nada malo.
Algunos se dan cuenta de que los mejores consejos y verdaderos amigos
están en casa… otros no corren con esa suerte y aprenden con lágrimas y sangre
lo equivocados que están.
En esta obra conoceremos a Leticia Pérez, una chica que vive en el seno
de una familia promedio, en una colonia más de su ciudad. Su mamá, La Señora
Remedios, es una mujer que carga con la responsabilidad de ser padre y madre,
trabaja en una oficina de gobierno y para completar el gasto hace pasteles y
los vende entre sus amistades…
Leticia, entre la salida de su escuela y la llegada de su madre a casa,
tiene tiempo suficiente para hacer lo que quiere sin que nadie le diga si está
bien o mal… Eso la está haciendo rebelde, y aunado a la llegada de la
adolescencia, la poca comunicación con su madre… se está cocinando el perfecto
caldo para la desgracia y desintegración familiar.
La Secundaria
De Hugo R: Gómez
La obra transcurre por completo en la
sala de la casa.
Personajes:
Remedios La Mamá
Leticia La Hija
Vemos entrar a Leticia, con su uniforme de tercero de secundaria y su
mochila.
LETICIA: (deja la mochila en el sillón) Como odio estos días, pinches cólicos
me matan… no es menstruación, es monstruación. La única se pone contenta con mi
sufrimiento es mi mamá… mientras yo, me pongo de malas, me duele la cabeza, los
senos y me estriño… ella dice: un mes más de tranquilidad.
Suena su celular.
…
Marisol… aguanta, aguanta… oh chinga, me vas a dejar hablar?... gracias. No fui
porque me visito Andrés… No wey, a mí me pega con madre… ya, ya me tome una
buscapina fem y maso el aliviane… No, no, porfa discúlpame con los muchachos…
neta no me siento bien… que no hagan pedo, yo llevo las naranjadas la próxima,
va… tú hazme el paro... si puedes, primero uno y luego atiendes al otro… no hay
tos, somos amigas… no, no, no me guardes nada… sabes que esa madre no me gusta,
si a ti te gusta fumarla no te critico… (ríe)
ja, ja, jaaaa si verdad, es medicinal, pero no estoy enferma… Quién te
grita?... y llegaron en la micro?… mínimo una vuelta paran… ¡dos!, con razón
nunca completan la cuenta… eso sí, es su bronca… órale, ahí te ves. (cuelga) Amigas como ellas… pocas.
Vemos entra a Remedios, lleva casi arrastrando su
bolso de mano…se ve cansada
REMEDIOS: Hija!... saliste temprano
o no tuviste tu taller? (deja su bolso a
un lado de la mochila)
LETICIA: (haciéndose la sufrida) Ay mamá, me bajó.
REMEDIOS: ¡La presión!... te
tomaste una coca o te comiste un chocolate?
LETICIA: No, mamá… la regla.
REMEDIOS: (mano al pecho) Un mes más de
tranquilidad.
LETICIA: Mamá, lo dices como
si me supieras algo.
REMEDIOS: Hija, piensa mal y
acertaras.
LETICIA: Mejor hazme tu
milagroso té.
REMEDIOS: Voy a hacértelo, no
tardo. (sale)
Leticia se percata de que esta el bolso a un lado de
su mochila, va a asomarse de su mamá, regresa al bolso, hurga y le saca unos
billetes.
LETICIA: Ya salió para las naranjadas. (se guarda el dinero) (grita)
mamá apúrate que ya me están dando retortijones.
REMEDIOS: (entrando) Ya estoy
aquí, tome mi niña y cuidado que está caliente.
LETICIA: (coge la taza y le da un
pequeño sorbo) Uta, le falta azúcar.
REMEDIOS: Y le puse dos cucharadas soperas… pero si quieres voy y le
pongo más?
LETICIA: No. Así déjalo.
REMEDIOS: Y cuéntame… como te fue en la escuela?
LETICIA: Ay, ma’ la pinche maestra de matemáticas…
REMEDIOS: (interrumpe) Leticia,
sin palabrotas… tu eres niña bien.
LETICIA: Bueno, en la clase de matemáticas la maestra se le ocurrió
poner un problema de un triángulo
rectángulo… tú crees?
REMEDIOS: Y luego?... lo resolviste?
LETICIA: Por supuesto que no.
REMEDIOS: Por qué?
LETICIA: Como que por qué… o es triangulo o es rectángulo, pero no las
dos cosas… yo no sé dónde estudio la maestrita esa.
REMEDIOS: La maestra está en lo correcto.
LETICIA: (molesta) Tú también
te vas a poner de su lado?
REMEDIOS: No. Pero el triángulo rectángulo existe.
LETICIA: Ah, sí… y cuando lo descubrieron.
REMEDIOS: Hija, a qué vas a la escuela?
LETICIA: Como que a qué… pues a estudiar.
REMEDIOS: Vas en tercero y apenas están viendo geometría?
LETICIA: El plan de estudios ha cambiado mucho desde que tú fuiste a la
secundaria, eh.
REMEDIOS: A ver… llevan Física, química y matemáticas?
LETICIA: Si.
REMEDIOS: Educación física?
LETICIA: Sí.
REMEDIOS: Ingles?
LETICIA: Sí.
REMEDIOS: Civismo?
LETICIA: Civismo… no.
REMEDIOS: ¡Cómo!... no ven valores?!
LETICIA: Ah, ah… eso es Formación Cívica y Ética.
REMEDIOS: Es la misma gata, nomás que revolcada.
LETICIA: Ay mamá, esa clase nadie la pela… es muy aburrida.
REMEDIOS: Error, error… uno de los enormes retos que tiene este país, es
enfrentar percepción negativa de los
jóvenes hacia sus padres, maestros y mayores.
LETICIA: Yo no entiendo de política, lo único que sé es que roban, roban
y nadie les hace nada… ellos son los primeros que ponen el ejemplo de que
hacer.
REMEDIOS: Entonces si tu robas es por seguir ese ejemplo?
LETICIA: Aja.
REMEDIOS: Y crees que no tendrás castigo?
LETICIA: Si a ellos no los castigan… porque lo harían conmigo?
REMEDIOS: Ay hija… estamos muy mal… Dónde está el error?...
LETICIA: Si tú no sabes… yo menos.
REMEDIOS: Sabes, antes los maestros eran personas respetadas y muy
apreciadas en la comunidad.
LETICIA: Tú lo has dicho, antes… hoy, ni se les respeta y ni se les
quiere.
REMEDIOS: Y sabes por qué?
LETICIA: (titubeante) Porque…
bueno… no se les respeta porque… porque nadie los quiere, así de simple.
REMEDIOS: Ni tú sabes por qué, simplemente te dejas llevar por los
demás.
LETICIA: A poco tú si sabes?
REMEDIOS: Claro!... Porque los padres sobreprotegemos a los hijos y le
restamos autoridad al maestro.
LETICIA: Exageras.
REMEDIOS: Antes, el maestro aplicaba un correctivo y el alumno entendía
y aprendía.
LETICIA: Un coscorrón, un borradorazo, o a la esquina castigado… a eso
te refieres?
REMEDIOS: Sí, a eso.
LETICIA: Que bueno que yo no viví eso…
REMEDIOS: Vives algo peor… hoy no se le puede aplicar un simple regaño
al niño porque inmediatamente vienen los papás, la autoridades de educación, el
director y hasta el conserje para meterle una reprimenda al maestro… que, por
vida de Dios… jamás le quedaran ganas de ayudar al alumno.
LETICIA: Pero hoy estamos mejor preparados que antes, eh.
REMEDIOS: 7 x 8?
LETICIA: Qué?!
REMEDIOS: Que me respondas, 7 x 8…
LETICIA: (saca su teléfono)
Espera.
REMEDIOS: No me digas que le vas a hablar a alguien para responder?
LETICIA: No, como crees…
REMEDIOS: (riendo) Ya me
habías asustado.
LETICIA: Voy a sacar la calculadora.
REMEDIOS: (sorprendida y asustada)
Por favor!... Son las tablas de multiplicar… no la ecuación para la
relatividad!
LETICIA: Mamá, para tu conocimiento, esto nos facilita la vida.
REMEDIOS: Se las atrofia, dirás… guarda ese teléfono y responde rápido.
LETICIA: 57, son 57.
REMEDIOS: 56 Leticia, son 56.
LETICIA: Quieres rapidez o exactitud.
REMEDIOS: A quién le reclamo, a ti o a tu maestra?
LETICIA: A la maestra, porque no deja usar calculadora.
REMEDIOS: No… ni a tu maestra ni a ti… ¡A mí por descuidada!...
LETICIA: Mamá, estás haciendo una tormenta en un vaso.
REMEDIOS: Sé cómo va la telenovela, que comió la vecina, cuando es el
día de la no violencia… pero no sé si mi hija sabe las tablas de multiplicar.
LETICIA: No hagas panchos y te prometo que me voy a poner a estudiar las
tablas.
REMEDIOS: Me da miedo preguntar cómo vas en tus demás materias.
LETICIA: No seré la mejor… pero voy bien.
REMEDIOS: Allí esta uno de los errores.
LETICIA: Dónde?!... en que no sea la mejor?
REMEDIOS: Exacto… los padres queremos que nuestros hijos sean los
mejores…
LETICIA: A poco eso es malo?
REMEDIOS: No tanto como eso… pero si es un error.
LETICIA: Ya no entendí.
REMEDIOS: No debemos preocuparnos porque sean los mejores… debemos
ocuparnos en que sean felices.
LETICIA: Yo soy feliz.
REMEDIOS: Eres o crees serlo?
LETICIA: Cual es la diferencia?
REMEDIOS: Eres, cuando tienes lo necesario para vivir, disfrutas de tu
logros, aprendes de tus errores… y duermes tranquila.
LETICIA: Y creo serlo?
REMEDIOS: Cuando vives un mundo de falsas fantasías…
LETICIA: Falsas fantasías?
REMEDIOS: Sí. Cuando te rodeas de malas amistades que te invitan la copa
o el cigarrito de marihuana para que, por un instante, la pases bien y te
sientas la todopoderosa.
LETICIA: Y, una vida así tiene consecuencias?
REMEDIOS: Por supuesto que sí... las drogas y el alcohol en algún
momento te cobraran sus servicios…
LETICIA: Ah, sí… y cómo cobran? (burlona)
en efectivo o con tarjeta?
REMEDIOS: Es algo serio… No de risa.
LETICIA: Ya en serio, cómo cobran?...
REMEDIOS: Las drogas, llámese cocaína, marihuana, cristal… o jarabe para
la tos, invadirán tu cuerpo hasta apoderarse de él… obligándote a conseguir
dinero o a robarlo.
Leticia, cuando escucha esto, pone su
mano en la bolsa donde guardo el dinero que le saco.
LETICIA: Robar dinero!?
REMEDIOS: Para que compres droga… y cuando el vicio te sobrepase, hasta
venderás tu cuerpo para conseguir droga.
LETICIA: Ay, mamá… eso solo en las películas.
REMEDIOS: No, hija… esto es real, tan real que hay gente que se hace
millonaria con ese vicio.
LETICIA: Y el alcohol?
REMEDIOS: Ese es un vicio disfrazado de enfermedad… y es el peor de
todos.
LETICIA: Por qué?
REMEDIOS: El alcohol disuelve matrimonios, hogares, familias enteras,
causa accidentes, muerte… y que bueno que solo fuera su muerte… un borracho al
volante pude causar desgracia a otras familias.
LETICIA: Pero hay alcoholímetros.
REMEDIOS: Que con una mordida lo brincan…
LETICIA: (sarcástica) Ay, no…
como crees.
REMEDIOS: Y si ese borracho, que con una lanita pasó, causa una
desgracia… deberían meter a la cárcel, también, a esos malos policías.
LETICIA: Si eso hace el alcohol, por qué lo permiten?...
REMEDIOS: Hay intereses más altos que la vida de unos cuantos.
LETICIA: La televisión anuncia el alcohol como algo necesario para la
vida.
REMEDIOS: El dinero pervierte a la razón…
LETICIA: Y, que hay con ser mejores?
REMEDIOS: Eso depende única y exclusivamente de ti… si quieres ser
alguien tienes que hacer sacrificios y dedicarle tiempo a lo que te formará… y
me refiero a la escuela.
LETICIA: La escuela… la (pausa)
escuela.
REMEDIOS: Lo dijiste con una hueco… como que falto una palabra
intermedia… sería bendita?... o maldita?
LETICIA: La que quieras… (con
coraje) Yo no sé porque nos tocó esta vida… a unos les dio todo, tienen
hasta quien les limpie la cola… y a nosotros nos dio pura madre.
REMEDIOS: Leticia!
LETICIA: Es la verdad…
REMEDIOS: Nunca te conformes con la vida que te toco… o con lo que te
toco en la vida…
LETICIA: Y, qué hago?
REMEDIOS: Mientras tengas vida, lucha por la vida que quieres tener.
LETICIA: Y, qué necesito para luchar?
REMEDIOS: (señala su cabeza)
Esto (señala su corazón) esto (señala sus ovarios) y estos… lo
complementas con una buena escuela, y veras que el mundo no es tan difícil como
aparenta.
LETICIA: Sabes qué?…
REMEDIOS: Qué?
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