sábado, 2 de mayo de 2015

PÍNA

Adaptación libre a la obra de Moliere 


Las Trapacerías de Scapín


Personajes

Octavia:                      Hija de Amapola y amor de Jacinto 

Pína:                            La Amiga de todos (los que les dejan dinerito)

Jacinto:                       Gitano, hijo de Geranio y amor de Octavia

Amapola:                    Madre de Octavia y Jacinto

Alejandra:                   Hija de Geranio y amor de Servando

Geranio:                      Madre de Alejandra y de Jacinto

Servando:                    Hijo de Amapola y pretenso de Alejandra


ACTO ÚNICO

ESCENA I

Octavia y Pína    TRACK 01 Entrada Pína

 

Vemos entrar a Pína con su bolsa, quien, al ritmo de la música, se mueve y se sienta en la banca. Disfruta el aire fresco y del trinar de las aves. Hay un letrero de NO PISAR EL PASTO

 

Entra Octavia con un papel en la mano, lo agita, está nerviosa.

 

OCTAVIA: Por qué…por qué… (ya casi cruza el escenario) ¡por qué!

PÍNA: (desde la banca) Porque, ¿qué?

OCTAVIA: (se detiene, voltea) Por esto. (levanta la carta)

PÍNA: ¿Por un papel?

OCTAVIA: Por lo que dice… (se lo da)

Octavia camina nerviosa

PÍNA: (empieza a leer) Querida hija… (murmullos)……………… ¡No!

OCTAVIA: (se detiene) Sí. (continúa moviéndose) ¡Que tragedia!... ¡Que desdicha!... ¿qué hago?

PÍNA: Dejar de moverte que no me puedo concentrar en la lectura.

OCTAVIA: (se va a sentar junto a Pína)

PÍNA: (sigue leyendo con murmullos. Le da la carta) Así que regresa tu madre antes de lo planeado.

OCTAVIA: (asiente con la cabeza)

PÍNA: Si supiera la locura que hiciste.

OCTAVIA: Fue por amor.

PÍNA: A tres días llamas amor…

OCTAVIA: (se levanta) Lo que haya sido, ya me casé.

PÍNA: Y no fue con quien quería que te casaras tu madre.

OCTAVIA: (angustiada) ¿Ahora qué hago, Scapína?

PÍNA: Primero, llamarme como todos lo hacen.

OCTAVIA: (asombrada) ¿¡Tramposa, chapucera, lengua larga…!?

PÍNA: ¡Nooo! Llamarme Pína, como todos.

OCTAVIA: Ah… Bueno, Pína… ¿qué hago?

PÍNA: Segundo; lo que hacen las mujeres.

OCTAVIA: (se pone a llorar)

PÍNA: Eso, no. Demostrar que somos quienes mandan.

OCTAVIA: Es que no me puedo casar… otra vez.

PÍNA: (muy ufana) Tengo un talento bastante grande para idear una salida a tu problemita.

OCTAVIA: Y una lengua muy ligera para embaucar sin piedad.

PÍNA: Dame detalles para urdir mi plan.

OCTAVIA: (se sienta) La señora Geranio y mi madre se fueron al norte para arreglar ciertos negocios.

PÍNA: Algo que no sepa.

OCTAVIA: Alejandra conoció a un joven, y se enamoró.

PÍNA: Dije… algo que no sepa.

OCTAVIA: Un día la acompañe a ver a ese joven.

PÍNA: Por fin algo fresco.

OCTAVIA: Y en el camino oímos, en una casita, lamentos mezclados con sollozos.

PÍNA: ¿Algún animal herido?

OCTAVIA: (se levanta) Eso pensamos, pero los lamentos eran de una persona. (como si lo estuviera reviviendo) Entramos a la casita, en la que vimos a una viejecita moribunda y a su lado un joven llorando.

PÍNA: Un joven…

OCTAVIA: Que brillaba como el sol, y eso que vestía ropas sencillas, un pantalón viejito, una camisa bastante corrientita, unas botitas rotas…

PÍNA: Me lo estoy imaginando.

OCTAVIA: El llanto en su rostro no le quitaba el brillo, y verlo arrojarse tiernamente sobre la viejecita moribunda, a la que llamaba madre, me partió el corazón.

PÍNA: Ya hasta quiero llorar.

OCTAVIA: Fue amor a primera vista.

PÍNA: (sollozando) ¿Quién iba a resistirse?

OCTAVIA: Intenté con unas palabras mitigar su dolor...

PÍNA: ¿Y se acabó el relato?

OCTAVIA: No. Déjame terminarlo en dos palabras. Desde aquel momento no podía quitármelo de la cabeza, lo soñaba, dormida y despierta…

PÍNA: Lo bueno que solo era eso… sueños.

OCTAVIA: Hasta que un día lo vi en la plaza, me le acerque y deje caer mi pañuelo frente a él… (deja caer su pañuelo)

PÍNA: Picarona.

OCTAVIA: (lo levanta) Lo levantó, (se sienta) yo me hice la inocente, cuando escucho: Señorita, señorita, se le cayó su pañuelo. (se lo da a ella misma) Lo tomé y le agradecí.

PÍNA: Como toda una dama.

OCTAVIA: Se sentó junto a mí y empezamos a platicar… me tomo la mano y…

PÍNA: La beso como todo un caballero.

OCTAVIA: No. Llegó la tía de él e interrumpió (remeda la voz) Jovencito, la niña no está para jueguitos, ella necesita un hombre de hogar, de principios… y eso sólo lo da el matrimonio.

PÍNA: ¿Y qué paso?

OCTAVIA: Que llevo tres días de casada.

PÍNA: ¿Y eso te espanta?

OCTAVIA: Lo que me aterra es el casamiento que quieren que haga mi madre con el hijo, desconocido, de la señora Geranio.

PÍNA: ¿Eso es todo? (Octavia asiente con la cabeza) ¡¿No estás embarazada?! (Octavia niega con la cabeza) Entonces esto se arregla.

OCTAVIA: (hurga con la mirada) Allá viene Jacinto. Tú, disimula.

PÍNA: Mejor me pongo a tejer. (saca su tejido)


ESCENA III

Octavia y Pína

 

PÍNA: Prepárate para a enfrentar a tu madre.

OCTAVIA: ¿Cómo?

PÍNA: No muestres temor, se valiente y piensa en contestar sin titubeos.

OCTAVIA: Lo haré lo mejor que pueda.

PÍNA: Ensayemos un poco tu actuación. Vamos: cabeza, erguida; la mirada, firme.

OCTAVIA: ¿Cómo? ¿Así?

PÍNA: Un poca más.

OCTAVIA: ¿Así?

PÍNA: Un poco más.

OCTAVIA: ¿Así?

PÍNA: Bien. Imagínate que soy tu madre y contéstame con seguridad como si hablaras con ella. (cambia la voz imitando a Amapola) ¿Te atreves a pararte frente mí después de lo que has hecho? ¡Te casas a escondidas! Ah, si tu padre viviera, se volvería a morir. De que sirvieron las catorce horas de parto que sufrí durante tu nacimiento. (le da la espalda a Octavia mira al cielo y continua) (Octavia baja la cabeza) Geronte, qué bueno que no estás aquí para sufrir la vergüenza que estoy pasando con esta mala hija. (baja la mirada y sin voltear continua) ¿Es éste el fruto de mis desvelos? ¿El respeto que se me debe? (Octavia muy avergonzado sale rápido de escena sin que se dé cuenta Pína) ¿El respeto que me guardas? Bribona, sinvergüenza, veamos tus lindas razones... (voltea y no ve a Octavia) qué tienes que deci… (la busca con la mirada) Octavia, ¿dónde estás? Octavia, (la busca) se fue.


ESCENA V 

Geranio, Amapola y Pína.

 

Vemos entrar a Geranio

GERANIO: Pína…

PÍNA: (se detiene) Señora Geranio. ¿Tomando el aire fresco?

GERANIO: (molesta) Nada de aire. Ando buscando a la señora Amapola… ¿sabes dónde está?

PÍNA: Estaba aquí… fue a no sé dónde, pero dijo que no tardaba.

GERANIO: Pína, hazme el favor de ir a buscar a Alejandra.

PÍNA: Le encargo mi tejido. (sale)

GERANIO: Yo lo cuido. (se sienta) Que rico se siente el fresco…

AMAPOLA: (entrando) Me encontré a Pína y me dijo que me buscas.

GERANIO: Mi querida Amapola. (afligida) Una duda atraviesa mi pecho como flecha envenenada.

AMAPOLA: Escupe el veneno. ¿De qué se trata?

GERANIO: ¿Será verdad lo que anda murmurando la gente?

AMAPOLA: hasta ahorita, nada me han podido comprobar nada, ni lo de don Pomposo, ni lo del jardinero, ni lo del hijo…

GERANIO: ¡No! Eso, no.

AMAPOLA: Entonces… ¿qué clase de murmuraciones?

GERANIO: Que tu hija se casó con alguien que no es mi hijo.

AMAPOLA: La obligaron… Pero ya estoy viendo la forma de arreglarlo.

GERANIO: Más bien será… de desarreglarlo. Ah, si fuera mi hija, a palos la educo.

AMAPOLA: ¿Insinúas que no he educado bien a mi hija?

GERANIO: Lo que se ve no se juzga.

AMAPOLA: Recuerda; no hay que escupir al cielo, porque a la cara te cae.

GERANIO: ¿Acaso sabes algo de mi hija que yo no sé?


PÍNA: Escóndase; ahí viene uno de los que lo buscan. (Geranio se mete en el saco) (Pína finge la voz, mientras habla va por el garrote) “Geranio, ¿dónde estás? Si estás aquí date por muerta” (a Geranio, con voz natural) ¡No se mueva! “Yo te encontraré, aunque te escondas en el centro de la tierra.”  (este juego de voces se repite hasta el final) “¡Tú, la del saco!” Dígame señor... “Te doy este fajo de billetes si me dices dónde está la tal Geranio.” ¿Busca a la señora Geranio? “Eres sordo o retrasado; claro que la busco.” ¿Y para qué la busca? ¿Para qué?” Para matarla a palos.” ¿A palos? “Sí, a palos” No se apalea a una persona como ella. “¿Quién? ¿La vanidosa, pedante y ladrona de Geranio?” la señora Geranio, no es nada de lo que dice, y dulcifíqueme su tono de voz. “¿Te voy a dulcificar media hora de garrotazos?” ¿Y a mí por qué, yo solo soy su amiga? “¿Eres amiga de Geranio? Y a mucha honra. ¡Pues dale esto de mi parte! (dando palos en el saco) Toma esto para ella (gritando como si fuese apaleado) ¡Ay, ay, ay,  señor! ¡Ay, ay, basta ya! ¡Basta! ¡Ay, ay, ay! “Y dile que donde la encuentre, se muere. Adiós”.

GERANIO: (sacando la cabeza fuera del saco) ¡Ay! ¡Pína, no puedo más!

PÍNA: (garrote en mano) Vea el chico garrotote con el que me acaban de pegar. (metiéndole la cabeza en el saco) Ahí viene otro, y por el sombrero parece norteño. (repitiendo el juego de desfigurar la voz durante esta escena) “Oye tu cuñao, ¿no has miroleado a una tal  Ge... ge… Gelacio… Gerbancio…Ger…?

GERANIO: (desde el saco) ¡Geranio!

PÍNA: “¡Geranio!”… No señor, ni la conozco. “Ah, dío… si es famosa por ser odiosa, pedante y tacaña; y no la busco para nada importante; es sólo para hacerle un pequeño obsequio de medio kilo de plomo en la barriga.” Ya le dije que no la conozco. “¿Por qué se mueve ese saco?” Debió ser un chiflón de aire. “Y si me asomo a ver lo que hay dentro?” No tiene por qué ver lo que llevo. Pues quiero ver No. No tiene por qué ver mi ropa sucia. que me lo enseñes.” ¿Quien en su sano juicio querría ver calzones sucios, vestidos viejos o medias rotas? ”Mira huerca, o me dejas ver que hay en ese saco, o te voy a dar una paliza” No. “palo dado ni Dios lo quita” Me río de eso. “¡Ah, te haces la graciosa!” (dando de palos en el saco y gritando como si los reciba) ¡Ay, ay, ay! ¡Ay, señor! ¡Ay,ay,ay! “Y si ves a la tal Geranio, dile que no haga planes para navidad.” ¡Ay! Ya le dije que no la conozco… pero si lo veo le aviso.

GERANIO: (sacando la cabeza del saco) ¡Ay, estoy molida!

...


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