PÍNA
Adaptación libre a la obra de Moliere
Las Trapacerías de
Scapín
Personajes
Octavia: Hija de Amapola y amor de Jacinto
Pína: La Amiga de todos (los que les dejan dinerito)
Jacinto: Gitano, hijo de Geranio y amor de Octavia
Amapola: Madre de Octavia y Jacinto
Alejandra: Hija de Geranio y amor de Servando
Geranio: Madre de Alejandra y de Jacinto
Servando: Hijo de Amapola y pretenso de Alejandra
ACTO ÚNICO
ESCENA
I
Octavia
y Pína TRACK 01 Entrada Pína
Vemos entrar a Pína
con su bolsa, quien, al ritmo de la música, se mueve y se sienta en la banca.
Disfruta el aire fresco y del trinar de las aves. Hay un letrero de NO PISAR EL
PASTO
Entra Octavia con un
papel en la mano, lo agita, está nerviosa.
OCTAVIA: Por qué…por
qué… (ya casi cruza el escenario)
¡por qué!
PÍNA:
(desde la banca) Porque, ¿qué?
OCTAVIA:
(se detiene, voltea) Por esto. (levanta la carta)
PÍNA:
¿Por un papel?
OCTAVIA:
Por lo que dice… (se lo da)
Octavia camina
nerviosa
PÍNA:
(empieza a leer) Querida hija… (murmullos)………………
¡No!
OCTAVIA:
(se detiene) Sí. (continúa moviéndose) ¡Que tragedia!...
¡Que desdicha!... ¿qué hago?
PÍNA:
Dejar de moverte que no me puedo concentrar en la lectura.
OCTAVIA:
(se va a sentar junto a Pína)
PÍNA:
(sigue leyendo con murmullos. Le da la carta) Así que regresa tu madre antes de lo
planeado.
OCTAVIA:
(asiente con la cabeza)
PÍNA:
Si supiera la locura que hiciste.
OCTAVIA:
Fue por amor.
PÍNA:
A tres días llamas amor…
OCTAVIA:
(se levanta) Lo que haya sido, ya me
casé.
PÍNA:
Y no fue con quien quería que te casaras tu madre.
OCTAVIA:
(angustiada) ¿Ahora qué hago, Scapína?
PÍNA:
Primero, llamarme como todos lo hacen.
OCTAVIA:
(asombrada) ¿¡Tramposa, chapucera,
lengua larga…!?
PÍNA:
¡Nooo! Llamarme Pína, como todos.
OCTAVIA:
Ah… Bueno, Pína… ¿qué hago?
PÍNA:
Segundo; lo que hacen las mujeres.
OCTAVIA:
(se pone a llorar)
PÍNA: Eso, no. Demostrar que somos
quienes mandan.
OCTAVIA:
Es que no me puedo casar… otra vez.
PÍNA:
(muy ufana) Tengo un talento
bastante grande para idear una salida a tu problemita.
OCTAVIA:
Y una lengua muy ligera para embaucar sin piedad.
PÍNA:
Dame detalles para urdir mi plan.
OCTAVIA:
(se sienta) La señora Geranio y mi madre
se fueron al norte para arreglar ciertos negocios.
PÍNA:
Algo que no sepa.
OCTAVIA:
Alejandra conoció a un joven, y se enamoró.
PÍNA:
Dije… algo que no sepa.
OCTAVIA:
Un día la acompañe a ver a ese joven.
PÍNA:
Por fin algo fresco.
OCTAVIA:
Y en el camino oímos, en una casita, lamentos mezclados con sollozos.
PÍNA:
¿Algún animal herido?
OCTAVIA:
(se levanta) Eso pensamos, pero los
lamentos eran de una persona. (como si
lo estuviera reviviendo) Entramos a la casita, en la que vimos a una viejecita
moribunda y a su lado un joven llorando.
PÍNA:
Un joven…
OCTAVIA:
Que brillaba como el sol, y eso que vestía ropas sencillas, un pantalón viejito,
una camisa bastante corrientita, unas botitas rotas…
PÍNA:
Me lo estoy imaginando.
OCTAVIA:
El llanto en su rostro no le quitaba el brillo, y verlo arrojarse tiernamente
sobre la viejecita moribunda, a la que llamaba madre, me partió el corazón.
PÍNA:
Ya hasta quiero llorar.
OCTAVIA:
Fue amor a primera vista.
PÍNA:
(sollozando) ¿Quién iba a
resistirse?
OCTAVIA:
Intenté con unas palabras mitigar su dolor...
PÍNA:
¿Y se acabó el relato?
OCTAVIA:
No. Déjame terminarlo en dos palabras. Desde aquel momento no podía quitármelo de
la cabeza, lo soñaba, dormida y despierta…
PÍNA:
Lo bueno que solo era eso… sueños.
OCTAVIA:
Hasta que un día lo vi en la plaza, me le acerque y deje caer mi pañuelo frente
a él… (deja caer su pañuelo)
PÍNA:
Picarona.
OCTAVIA:
(lo levanta) Lo levantó, (se sienta) yo me hice la inocente,
cuando escucho: Señorita, señorita, se le cayó su pañuelo. (se lo da a ella misma) Lo tomé y le
agradecí.
PÍNA:
Como toda una dama.
OCTAVIA:
Se sentó junto a mí y empezamos a platicar… me tomo la mano y…
PÍNA:
La beso como todo un caballero.
OCTAVIA:
No. Llegó la tía de él e interrumpió (remeda
la voz) Jovencito, la niña no
está para jueguitos, ella necesita un hombre de hogar, de principios… y eso
sólo lo da el matrimonio.
PÍNA:
¿Y qué paso?
OCTAVIA:
Que llevo tres días de casada.
PÍNA:
¿Y eso te espanta?
OCTAVIA:
Lo que me aterra es el casamiento que quieren que haga mi madre con el hijo,
desconocido, de la señora Geranio.
PÍNA:
¿Eso es todo? (Octavia asiente con la
cabeza) ¡¿No estás embarazada?! (Octavia
niega con la cabeza) Entonces esto se arregla.
OCTAVIA:
(hurga con la mirada) Allá viene Jacinto.
Tú, disimula.
PÍNA:
Mejor me pongo a tejer. (saca su tejido)
ESCENA III
Octavia y Pína
PÍNA: Prepárate para a enfrentar
a tu madre.
OCTAVIA: ¿Cómo?
PÍNA:
No muestres temor, se valiente y piensa en contestar sin titubeos.
OCTAVIA: Lo haré lo mejor
que pueda.
PÍNA:
Ensayemos un poco tu actuación. Vamos: cabeza, erguida; la mirada, firme.
OCTAVIA: ¿Cómo? ¿Así?
PÍNA: Un poca más.
OCTAVIA: ¿Así?
PÍNA: Un poco más.
OCTAVIA: ¿Así?
PÍNA:
Bien. Imagínate que soy tu madre y contéstame con seguridad como si hablaras
con ella. (cambia la voz imitando a Amapola)
¿Te atreves a pararte frente mí después de lo que has hecho? ¡Te casas a
escondidas! Ah, si tu padre viviera, se volvería a morir. De que sirvieron las
catorce horas de parto que sufrí durante tu nacimiento. (le da la espalda a Octavia mira al cielo y continua) (Octavia
baja la cabeza) Geronte, qué
bueno que no estás aquí para sufrir la vergüenza que estoy pasando con esta mala
hija. (baja la mirada y sin voltear continua) ¿Es éste el fruto de mis
desvelos? ¿El respeto que se me debe? (Octavia
muy avergonzado sale rápido de escena sin que se dé cuenta Pína) ¿El respeto que me guardas? Bribona,
sinvergüenza, veamos tus lindas razones... (voltea y no ve a Octavia) qué tienes que deci… (la busca con la mirada) Octavia, ¿dónde estás? Octavia, (la busca) se fue.
ESCENA V
Geranio, Amapola y Pína.
Vemos entrar a Geranio
GERANIO: Pína…
PÍNA: (se detiene) Señora Geranio. ¿Tomando el aire fresco?
GERANIO: (molesta) Nada de aire. Ando buscando a
la señora Amapola… ¿sabes dónde está?
PÍNA: Estaba aquí… fue a no
sé dónde, pero dijo que no tardaba.
GERANIO: Pína, hazme el
favor de ir a buscar a Alejandra.
PÍNA: Le encargo mi tejido. (sale)
GERANIO:
Yo lo cuido. (se sienta) Que rico se
siente el fresco…
AMAPOLA:
(entrando) Me encontré a Pína y me
dijo que me buscas.
GERANIO:
Mi querida Amapola. (afligida) Una
duda atraviesa mi pecho como flecha envenenada.
AMAPOLA:
Escupe el veneno. ¿De qué se trata?
GERANIO:
¿Será verdad lo que anda murmurando la gente?
AMAPOLA:
hasta ahorita, nada me han podido comprobar nada, ni lo de don Pomposo, ni lo
del jardinero, ni lo del hijo…
GERANIO:
¡No! Eso, no.
AMAPOLA:
Entonces… ¿qué clase de murmuraciones?
GERANIO:
Que tu hija se casó con alguien que no es mi hijo.
AMAPOLA:
La obligaron… Pero ya estoy viendo la forma de arreglarlo.
GERANIO:
Más bien será… de desarreglarlo. Ah, si fuera mi hija, a palos la educo.
AMAPOLA:
¿Insinúas que no he educado bien a mi hija?
GERANIO:
Lo que se ve no se juzga.
AMAPOLA:
Recuerda; no hay que escupir al cielo, porque a la cara te cae.
GERANIO:
¿Acaso sabes algo de mi hija que yo no sé?
PÍNA: Escóndase; ahí viene uno de los que
lo buscan. (Geranio se mete en el saco)
(Pína finge la voz, mientras habla va
por el garrote) “Geranio, ¿dónde
estás? Si estás aquí date por muerta” (a
Geranio, con voz natural) ¡No se mueva! “Yo te encontraré, aunque te
escondas en el centro de la tierra.” (este juego de voces se repite hasta el
final) “¡Tú, la del saco!” Dígame señor... “Te doy este fajo de
billetes si me dices dónde está la tal Geranio.” ¿Busca a la señora Geranio?
“Eres sordo o retrasado; claro que la busco.” ¿Y para qué la busca? ¿Para
qué?” Para matarla a palos.” ¿A palos? “Sí, a palos” No se apalea a
una persona como ella. “¿Quién? ¿La vanidosa, pedante y ladrona de Geranio?”
la señora Geranio, no es nada de lo que dice, y dulcifíqueme su tono de voz. “¿Te voy a dulcificar media hora de
garrotazos?” ¿Y a mí por qué, yo solo soy su amiga? “¿Eres amiga de Geranio?
Y a mucha honra. ¡Pues dale esto de mi parte! (dando palos en el saco) Toma esto para ella (gritando como si fuese apaleado) ¡Ay, ay, ay, señor! ¡Ay, ay, basta ya! ¡Basta! ¡Ay, ay,
ay! “Y dile que donde la encuentre, se muere. Adiós”.
GERANIO: (sacando la cabeza fuera del saco)
¡Ay! ¡Pína, no puedo más!
PÍNA: (garrote en mano) Vea el chico garrotote con el que me acaban de
pegar. (metiéndole la cabeza en el saco) Ahí viene otro, y por el sombrero
parece norteño. (repitiendo el juego de
desfigurar la voz durante esta escena) “Oye
tu cuñao, ¿no has miroleado a una tal Ge... ge… Gelacio… Gerbancio…Ger…?
GERANIO: (desde el saco) ¡Geranio!
PÍNA: “¡Geranio!”… No señor, ni la
conozco. “Ah, dío… si es famosa por
ser odiosa, pedante y tacaña; y no la busco para nada importante; es sólo para
hacerle un pequeño obsequio de medio kilo de plomo en la barriga.” Ya le
dije que no la conozco. “¿Por qué se
mueve ese saco?” Debió ser un chiflón de aire. “Y si me asomo a ver lo que hay dentro?” No tiene por qué ver lo
que llevo. “Pues quiero ver” No. No tiene por qué
ver mi ropa sucia. “que me lo enseñes.” ¿Quien en su sano juicio querría ver calzones sucios, vestidos
viejos o medias rotas? ”Mira huerca,
o me dejas ver que hay en ese saco, o te voy a dar una paliza” No. “palo dado ni Dios lo quita” Me río
de eso. “¡Ah, te haces la graciosa!”
(dando de palos en el saco y gritando
como si los reciba) ¡Ay, ay,
ay! ¡Ay, señor! ¡Ay,ay,ay! “Y si ves a la tal Geranio, dile que no
haga planes para navidad.” ¡Ay! Ya le dije que no la conozco… pero si lo
veo le aviso.
GERANIO: (sacando la cabeza del saco) ¡Ay,
estoy molida!
...
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