sábado, 2 de mayo de 2015

ROMEO Y JULIETA CONTADO POR LA NANA


Al abrir el telón vemos a La Nana entrar a paso rapidito, hace movimientos de apresurada, como
si la urgencia por algo la absorbiera.

 

 

UNO

Nana

 

NANA: Hace cuatrocientos años que se fue, se fue… fue… (voltea a ver al público) fue dramaturgo, poeta y actor inglés. Conocido en ocasiones como el Bardo de Avon, o simplemente El Bardo.

Considerado el escritor más importante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal… Sus obras; como Otelo, El Rey Lear, Macbeth entre otras muchas, siguen tan frescas como la mañana de hoy… ¿Saben ustedes de quien estoy hablando?

 

Esperemos la reacción el público / Nana interactúa y responde.

 

NANA: (En caso de que alguien responda correctamente) Así es… ¡el gran William Shakespeare! …

NANA: (En caso de que no respondan) No se preocupen, yo se los voy a decir… el gran William Shakespeare! …

                               …Dentro de su obras, hay una en la cual yo estuve… fue ni más ni menos que la famosa obra de Romeo y Julieta (escuchamos un fragmento de la música de Romeo y Julieta) (suspirando) Ahhhh, lo recuerdo como hubiera pasado ayer… (emocionada) dejen les cuento: En la hermosa Verona, donde acaecieron estos amores, dos familias nobles y acérrimos rivales; Los Capuleto y Los Montesco, habían derramado sangre por sus odios mutuos… (reflexiona) Por cierto, nadie sabe porque se odiaban, pero sus inocentes hijos pagaron la pena de esos rencores. (pausita) En la plaza de Verona hubo una batalla entre las familias rivales.

 

Escuchamos los sonidos de la batalla y vemos entrar y cruzar el escenario a dos espadachines intercambiando golpes de espadas.

 

NANA: La pelea era campal parecía que nadie quedaría de pie, caían y caían los cuerpos hasta que llegó el procurador a imponer la paz.

 

DOS

Nana / Procurador / Romeo / Benvolio

 

 Vemos entrar al procurador.

 

PROCURADOR: (habla como si tuviera enfrente a los rijosos) ¡Rebeldes, enemigos de la paz, han ensangrentado las calles de Verona, empuñar las enmohecidas alabardas, y cargar con el hierro sus manos envejecidas por la paz!

Si vuelven a perturbar la quietud de nuestra ciudad, sus vidas no valdrán un cacahuate… todos a sus casas. Tú, Capuleto, vendrás conmigo. Tú, Montesco, irás a buscarme dentro de poco a la Audiencia, donde te hablaré más largamente… escuchen todos: por órdenes del príncipe Escalus, pena de muerte a quien permanezca aquí. (sale por donde estuvo dirigiendo su voz)

2.1 NANA: Y nadie se quedó… (vemos entrar a Romeo seguido de Benvolio) (Nana al público) ellos acaban de llegar, eh. (sale discretamente)

2.2 ROMEO: Así es Benvolio… (suspiro) no he visto mujer más hermosa.

BENVOLIO: Primo, para ti todas son hermosas. ¿Quién es la dama esta vez?

ROMEO: Se llama Rosalía y mi alma padece el implacable rigor de sus desdenes.

BENVOLIO: ¿Por qué el amor que nace de tan débiles principios, impera luego con tanta tiranía?

ROMEO: ¿Por qué, si pintan ciego al amor, sabe elegir tan extrañas sendas a su albedrío? Hemos encontrado el amor junto al odio; amor discorde, odio amante; rara confusión de la naturaleza, caos sin forma, materia grave a la vez que ligera, fuerte y débil, humo y plomo, fuego helado, salud que fallece, sueño que vela, esencia incógnita. No puedo acostumbrarme a tal amor… ¿Te ríes?

BENVOLIO: No, primo. No me río… bueno, nomás tantito, porque el amor te deja ciego, sordo, pero jamás mudo… (al público) porque cuando se está enamorado, dice uno cada tontería.

ROMEO: Por ella sería capaz de volar hasta el cielo y arrancarle una estrella para postrarla a sus pies.

BENVOLIO: (al público) ahí tienen las tonterías.

 

Vemos entrar a un criado de Capuleto con una carta en la mano.

 

CRIADO: Buenos días nobles hidalgos, ¿alguno de ustedes sabe leer?

BENVOLIO: (señalando a Romeo) Él. Y lee de corridito.

CRIADO: Tengo una invitación que hacer llegar… pero no sé a quienes las he de llevar. (extendiendo el papel hacia Romeo) ¿Puede decirme lo que en ella escrito esta?

ROMEO: Con gusto «El señor Martín, y su mujer e hijas, el conde Anselmo y sus hermanas, la viuda de Viturbio, el señor Plasencio y sus sobrinas, Mercutio y su hermano Valentín, mi tío Capuleto con su mujer e hijas, Rosalía mi sobrina, Livia, Valencio y su primo Teobaldo, Lucía y la hermosa Elena». ¡Lucida reunión! ¿Y dónde es la fiesta?

CRIADO: En la casa de mi amo.

ROMEO: Y, ¿cómo se llama tu amo?

CRIADO: Se llama Capuleto, es generoso y rico. Si no son Montesco, pueden ir a la fiesta. (saliendo) si van, será un gusto atenderlos.

BENVOLIO: Rosalía a quien adoras, asistirá a esta fiesta con todas las bellezas de Verona.

ROMEO: ¿Puede haber otra más hermosa que ella?... Lo dudo.

BENVOLIO: Ay Romeo, mejor vamos a buscar unas mascaras para el baile. (salen)

 

Vemos entrar a La Nana.


CINCO

Romeo / Julieta / Nana

 

Vemos entrar a Romeo

 

ROMEO: ¡Qué bien se burla del dolor ajeno quien nunca sintió dolores! (aparece Julieta al balcón, pero no se será vista por Romeo) ¿Pero qué luz es la que asoma por allí? ¿El sol que sale ya por los balcones de oriente? Sal, hermoso sol, y mata de envidia con tus rayos a la luna, que está pálida y ojeriza porque tu hermosura la vence.

JULIETA: ¡Ay de mí!

ROMEO: ¡Habló! Vuelvo a sentir su voz.  Ángel de amores que en medio de la noche te me apareces.
JULIETA: ¡Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? ¿Por qué no reniegas al nombre de tu padre? Y si no tienes valor para tanto, ámame, y no seré más Capuleto.

ROMEO: ¿Qué hago, escucharla o hablar?

JULIETA: No eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco, que llevas.

ROMEO: Si mi nombre te molesta me bautizaré de nuevo, y no seré más Montesco.

JULIETA: ¿Quién en medio de las sombras de la noche, vienes a sorprender mis secretos?

ROMEO: Tú aborreces mi nombre, y si yo pudiera, lo arrancaría de mi pecho.

JULIETA: Pocas palabras son las que aún he oído de esa boca, y sin embargo te reconozco. ¿No eres

Romeo? ¿No eres de la familia de los Montesco?

ROMEO: No seré ni una cosa ni otra, ángel mío, si cualquiera de las dos te enfada.

JULIETA: ¿Cómo has llegado hasta aquí, y para qué? Las paredes son altas y difíciles de escalar, y aquí  podrías tropezar con la muerte, si alguno de mis parientes te encuentra.

ROMEO: Las paredes salté con las alas que me dio el amor… y, a tus parientes no les temo.

JULIETA: Si te encuentran, tu vida acabará.

ROMEO: Más mortales son tus ojos, que las espadas de veinte parientes tuyos.

JULIETA: Yo daría un mundo porque no te descubrieran.

ROMEO: De ellos me defiende el velo tenebroso de la noche.

JULIETA: ¿Y quién te guío aquí?

ROMEO: El amor me dijo dónde estarías.

JULIETA: Si el manto de la noche no me cubriera, verías el rubor de mi pureza subir por mis mejillas, causado por las palabras que esta noche me has dicho. En vano quisiera corregirlas o desmentirlas... ¡¿Me amas? Sé que me dirás que sí, y yo lo creeré.

ROMEO: Juro, amada mía, por los rayos de la luna que nos bañan...

JULIETA: No jures. Aunque me llene de alegría el saberlo, no quiero esta noche oír promesas que parecen demasiado rápidas.

ROMEO: ¿Y no me das más consuelo que ése?

JULIETA: (se asoma en su totalidad al balcón) Si tu amor es honrado, si quieres casarte, avisa mañana al mensajero que te enviaré, de cómo y cuándo quieres celebrar la sagrada ceremonia. Sacrificaré mi vida he iré en pos de ti hasta el fin de mundo.

ROMEO: ¡Alma mía!

JULIETA: ¿A qué hora irá mi criada mañana?

ROMEO: A las nueve.

JULIETA: Las horas se me harán siglos.

ROMEO: ¡Déjame quedar aquí!

JULIETA: Ya es de día. Vete... Triste es la ausencia y tan dulce la despedida.

ROMEO: ¡Que el sueño descanse en tus dulces ojos y la paz en tu alma! (para sí) De aquí voy a la celda de mi piadoso confesor, para pedirle ayuda y consejo. (sale)

NANA: (entra por balcón) Niña, tu madre no tarde en entrar, así que, vete a dormir.

JULIETA: Nana, si el amor me deja dormir, lo haré. (sale)

NANA: (al público) Y según Julieta no pensaba en el matrimonio… cae más pronto un hablador que un cojo.  (sale)


SEIS

Fray Lorenzo / Romeo

 

Vemos entrar (por el lado opuesto al balcón) a Fray Lorenzo


FRAY LORENZO: Y, ¿por qué no has dormido?… ¡En el nombre del señor! ¿Estuviste con Rosalía?
ROMEO: ¿¡Rosalía!?... su nombre no suena dulce en mis oídos, ni pienso en su amor.

FRAY LORENZO: Luego ¿dónde estuviste?

ROMEO: En la fiesta de nuestros enemigos, los Capuletos.

FRAY LORENZO: El motivo de tu visita, si es que puedo ayudarte en algo.

ROMEO: Pues te diré en dos palabras: estoy enamorado de la hija del noble Capuleto.

FRAY LORENZO: Esas fueron ocho palabras.

ROMEO: Y ella me corresponde con igual amor. Ya está concertado todo.

FRAY LORENZO: Si ya está concertado todo… ¿En dónde entro yo?

ROMEO: Sólo falta que bendiga nuestra unión.

FRAY LORENZO.- ¡Por los clavos de Cristo! ¡Qué pronto olvidaste a Rosalía!

ROMEO: No me dijo que hiciera todo lo posible por ahogar ese amor.

FRAY LORENZO: Sí. Pero no para que brotara otro nuevo amor, y… más apasionado.

ROMEO: ¿Quién controla al amor?

FRAY LORENZO: ¡El Demonio!… Ven conmigo Romeo. Yo te ayudaré a conseguir lo que deseas para que esta boda sea lazo de amistad que extinga el rencor de los Montesco y los Capuletos. (salen)


SIETE

Nana / Romeo

Vemos entrar a La Nana, sigilosa y cautelosa.

 

NANA: Lo voy a esperar tres minutos nada más… si no aparece, regreso con Julieta y le digo que se echó para atrás el galán. (otea en busca de Romeo) Alguien viene… que no sea, que no sea, que no sea… (vemos entrar a Romeo buscando a alguien) (de mala gana) si es. ( a Romeo) ¿Esta perdido o busca a alguien?

ROMEO: Espero a alguien.

NANA: ¿Ese alguien viene de parte de la niña Capuleto?

ROMEO: ¿¡Tú vienes de parte de mi amada Julieta!?

NANA: Y vengo a llevarle un recado de usted para ella.

ROMEO: ¿Y qué recado será ese?

NANA: Le diré que lo de anoche fue hermoso, pero solo eso, y que no habrá boda.

ROMEO: Al contrario, le dirás que invente algún pretexto para ir esta tarde a confesarse al convento de

Fray Lorenzo… él nos confesará y casará. ( le da una bolsa con monedas) Toma este regalo.

NANA: De usted no aceptaré ni un centavo.

ROMEO: (agitando la bolsita frente a su cara) ¿Segura?

NANA: Cuando yo digo no… es no. (Romeo hace por guardar la bolsita, Nana se la arrebata) Pero ya que insiste, la tomare.

ROMEO: Dile que a las seis la espero.

NANA: A las seis estará.

ROMEO: Dile que el tiempo que faltan se me hará eterno y que mi amor será por siempre. (sale)

NANA: (al público) Será por siempre… ojala su boca sea santa… (mirando al cielo) que sea tu voluntad.

 

Escuchamos a Julieta en off.

 

JULIETA EN OFF: Nanaaaaa.

NANA: Acá mi niña, acá…

 

OCHO

Nana / Julieta


Nana tiene un gesto de tristeza en su rostro.


JULIETA: (entrando) Nana… ¿por qué esa cara.

NANA: Ay niña, no se burle que es la única que tengo.

JULIETA: Yo digo; esa cara de tristeza… ¿Acaso traes malas noticias?

NANA: Lo que traigo es un cansancio… Y un dolor de huesos.

JULIETA: Nana, ¡las noticias! Habla por Dios.

NANA: ¡Que mala elección de marido has tenido!

JULIETA: Calla, calla que no eres sabia o adivina.

NANA: Se le ve en la cara lo maligno… dejaría de ser Montesco.

JULIETA: Nana, ¿a qué te mande?

NANA: Niña, se casa uno para mejorar la raza…

JULIETA: Por eso sigues soltera.

NANA: Si no me he casado, es porque no he encontrado algo digno de esta belleza. (haciendo referencia a su persona)

JULIETA: Ni lo encontraras.

NANA: ¿Qué dices?

JULIETA: Lo que importa es… ¡Qué dijo Romeo!

NANA: Que busques la forma de ir a confesarte con Fray Lorenzo.

JULIETA: ¡¿Confesarme?!...

NANA: Sí, confesarte. Después, allí mismo te casarás.

JULIETA: (entusiasmada) ¡Sí habrá boda!

NANA: Silencio… que tus padres te pueden escuchar.

JULIETA: Sí… si (hace acción de silencio)

NANA: Ve a cambiarte para la confesión que Fray Lorenzo no tarda en llegar.

JULIETA: Nana… ¡La felicidad llegó a mi vida! (sale)


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