Al abrir el telón vemos a La Nana entrar a paso rapidito, hace movimientos de apresurada, como
si la urgencia por algo la absorbiera.
UNO
Nana
NANA: Hace cuatrocientos años que se fue, se fue…
fue… (voltea a ver al público) fue
dramaturgo, poeta y actor inglés. Conocido en ocasiones como el Bardo de Avon,
o simplemente El Bardo.
Considerado el escritor más importante en lengua
inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal… Sus obras; como
Otelo, El Rey Lear, Macbeth entre otras muchas, siguen tan frescas como la
mañana de hoy… ¿Saben ustedes de quien estoy hablando?
Esperemos la
reacción el público / Nana interactúa y responde.
NANA: (En
caso de que alguien responda correctamente) Así es… ¡el gran William
Shakespeare! …
NANA: (En
caso de que no respondan) No se preocupen, yo se los voy a decir… el gran William
Shakespeare! …
…Dentro
de su obras, hay una en la cual yo estuve… fue ni más ni menos que la famosa
obra de Romeo y Julieta (escuchamos un
fragmento de la música de Romeo y Julieta) (suspirando) Ahhhh, lo recuerdo como hubiera pasado ayer… (emocionada) dejen les cuento: En la hermosa
Verona, donde acaecieron estos amores, dos familias nobles y acérrimos rivales;
Los Capuleto y Los Montesco, habían derramado sangre por sus odios mutuos… (reflexiona) Por cierto, nadie sabe
porque se odiaban, pero sus inocentes hijos pagaron la pena de esos rencores. (pausita) En la plaza de Verona hubo una
batalla entre las familias rivales.
Escuchamos
los sonidos de la batalla y vemos entrar y cruzar el escenario a dos
espadachines intercambiando golpes de espadas.
NANA: La pelea era campal parecía que nadie quedaría
de pie, caían y caían los cuerpos hasta que llegó el procurador a imponer la
paz.
DOS
Nana /
Procurador / Romeo / Benvolio
Vemos entrar al procurador.
PROCURADOR: (habla
como si tuviera enfrente a los rijosos) ¡Rebeldes, enemigos de la paz, han
ensangrentado las calles de Verona, empuñar las enmohecidas alabardas, y cargar
con el hierro sus manos envejecidas por la paz!
Si vuelven a perturbar la quietud de nuestra
ciudad, sus vidas no valdrán un cacahuate… todos a sus casas. Tú, Capuleto,
vendrás conmigo. Tú, Montesco, irás a buscarme dentro de poco a la Audiencia,
donde te hablaré más largamente… escuchen todos: por órdenes del príncipe Escalus,
pena de muerte a quien permanezca aquí. (sale
por donde estuvo dirigiendo su voz)
2.1 NANA: Y nadie
se quedó… (vemos entrar a Romeo seguido de Benvolio) (Nana al público) ellos acaban de
llegar, eh. (sale discretamente)
2.2 ROMEO: Así es
Benvolio… (suspiro) no he visto
mujer más hermosa.
BENVOLIO: Primo, para ti todas son hermosas. ¿Quién
es la dama esta vez?
ROMEO: Se llama Rosalía y mi alma padece el
implacable rigor de sus desdenes.
BENVOLIO: ¿Por qué el amor que nace de tan débiles
principios, impera luego con tanta tiranía?
ROMEO: ¿Por qué, si pintan ciego al amor, sabe
elegir tan extrañas sendas a su albedrío? Hemos encontrado el amor junto al
odio; amor discorde, odio amante; rara confusión de la naturaleza, caos sin
forma, materia grave a la vez que ligera, fuerte y débil, humo y plomo, fuego
helado, salud que fallece, sueño que vela, esencia incógnita. No puedo acostumbrarme
a tal amor… ¿Te ríes?
BENVOLIO: No, primo. No me río… bueno, nomás
tantito, porque el amor te deja
ciego, sordo, pero jamás mudo… (al
público) porque cuando se está enamorado, dice uno cada tontería.
ROMEO: Por ella sería capaz de volar hasta el cielo y arrancarle una estrella para
postrarla a sus pies.
BENVOLIO: (al público) ahí tienen las
tonterías.
Vemos entrar a un criado de Capuleto con
una carta en la mano.
CRIADO:
Buenos días nobles hidalgos, ¿alguno de ustedes sabe leer?
BENVOLIO:
(señalando a Romeo) Él. Y lee de
corridito.
CRIADO:
Tengo una invitación que hacer llegar… pero no sé a quienes las he de llevar. (extendiendo el papel hacia Romeo) ¿Puede
decirme lo que en ella escrito esta?
ROMEO:
Con gusto «El señor Martín, y su mujer e hijas, el conde Anselmo y sus
hermanas, la viuda de Viturbio, el señor Plasencio y sus sobrinas, Mercutio y
su hermano Valentín, mi tío Capuleto con su mujer e hijas, Rosalía mi sobrina,
Livia, Valencio y su primo Teobaldo, Lucía y la hermosa Elena». ¡Lucida
reunión! ¿Y dónde es la fiesta?
CRIADO:
En la casa de mi amo.
ROMEO:
Y, ¿cómo se llama tu amo?
CRIADO: Se
llama Capuleto, es generoso y rico. Si no son Montesco, pueden ir a la fiesta.
(saliendo) si van, será un gusto
atenderlos.
BENVOLIO: Rosalía a quien adoras, asistirá a esta
fiesta con todas las bellezas de Verona.
ROMEO: ¿Puede haber otra más hermosa que ella?... Lo
dudo.
BENVOLIO: Ay Romeo, mejor vamos a buscar unas
mascaras para el baile. (salen)
Vemos entrar
a La Nana.
CINCO
Romeo /
Julieta / Nana
Vemos entrar
a Romeo
ROMEO: ¡Qué bien se burla del dolor ajeno quien
nunca sintió dolores! (aparece Julieta al
balcón, pero no se será vista por Romeo) ¿Pero qué luz es la que asoma por
allí? ¿El sol que sale ya por los balcones de oriente? Sal, hermoso sol, y mata
de envidia con tus rayos a la luna, que está pálida y ojeriza porque tu
hermosura la vence.
JULIETA: ¡Ay de mí!
ROMEO: ¡Habló! Vuelvo a sentir su voz. Ángel de amores que en medio de la noche te
me apareces.
JULIETA: ¡Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? ¿Por qué no reniegas al nombre
de tu padre? Y si no tienes valor para tanto, ámame, y no seré más Capuleto.
ROMEO: ¿Qué hago, escucharla o hablar?
JULIETA: No eres tú mi enemigo. Es el nombre de
Montesco, que llevas.
ROMEO: Si mi nombre te molesta me bautizaré de
nuevo, y no seré más Montesco.
JULIETA: ¿Quién en medio de las sombras de la
noche, vienes a sorprender mis secretos?
ROMEO: Tú aborreces mi nombre, y si yo pudiera, lo
arrancaría de mi pecho.
JULIETA: Pocas palabras son las que aún he oído de
esa boca, y sin embargo te reconozco. ¿No eres
Romeo? ¿No eres de la familia de los Montesco?
ROMEO: No seré ni una cosa ni otra, ángel mío, si
cualquiera de las dos te enfada.
JULIETA: ¿Cómo has llegado hasta aquí, y para qué?
Las paredes son altas y difíciles de escalar, y aquí podrías tropezar con la muerte, si alguno de
mis parientes te encuentra.
ROMEO: Las paredes salté con las alas que me dio el
amor… y, a tus parientes no les temo.
JULIETA: Si te encuentran, tu vida acabará.
ROMEO: Más mortales son tus ojos, que las espadas
de veinte parientes tuyos.
JULIETA: Yo daría un mundo porque no te descubrieran.
ROMEO: De ellos me defiende el velo tenebroso de la
noche.
JULIETA: ¿Y quién te guío aquí?
ROMEO: El amor me dijo dónde estarías.
JULIETA: Si el manto de la noche no me cubriera, verías
el rubor de mi pureza subir por mis mejillas, causado por las palabras que esta
noche me has dicho. En vano quisiera corregirlas o desmentirlas... ¡¿Me amas?
Sé que me dirás que sí, y yo lo creeré.
ROMEO: Juro, amada mía, por los rayos de la luna
que nos bañan...
JULIETA: No jures. Aunque me llene de alegría el saberlo,
no quiero esta noche oír promesas que parecen demasiado rápidas.
ROMEO: ¿Y no me das más consuelo que ése?
JULIETA: (se
asoma en su totalidad al balcón) Si tu amor es honrado, si quieres casarte,
avisa mañana al mensajero que te enviaré, de cómo y cuándo quieres celebrar la sagrada
ceremonia. Sacrificaré mi vida he iré en pos de ti hasta el fin de mundo.
ROMEO: ¡Alma mía!
JULIETA: ¿A qué hora irá mi criada mañana?
ROMEO: A las nueve.
JULIETA: Las horas se me harán siglos.
ROMEO: ¡Déjame quedar aquí!
JULIETA: Ya es de día. Vete... Triste es la
ausencia y tan dulce la despedida.
ROMEO: ¡Que el sueño descanse en tus dulces ojos y
la paz en tu alma! (para sí) De aquí
voy a la celda de mi piadoso confesor, para pedirle ayuda y consejo. (sale)
NANA: (entra
por balcón) Niña, tu madre no tarde en entrar, así que, vete a dormir.
JULIETA: Nana, si el amor me deja dormir, lo haré.
(sale)
NANA: (al
público) Y según Julieta no pensaba en el matrimonio… cae más pronto un
hablador que un cojo. (sale)
SEIS
Fray Lorenzo
/ Romeo
Vemos entrar
(por el lado opuesto al balcón) a Fray Lorenzo
FRAY LORENZO: Y, ¿por qué no has dormido?… ¡En el nombre del señor! ¿Estuviste
con Rosalía?
ROMEO: ¿¡Rosalía!?... su nombre no suena dulce en mis oídos, ni pienso en su
amor.
FRAY LORENZO: Luego ¿dónde estuviste?
ROMEO: En la fiesta de nuestros enemigos, los
Capuletos.
FRAY LORENZO: El motivo de tu visita, si es que
puedo ayudarte en algo.
ROMEO: Pues te diré en dos palabras: estoy
enamorado de la hija del noble Capuleto.
FRAY LORENZO: Esas fueron ocho palabras.
ROMEO: Y ella me corresponde con igual amor. Ya
está concertado todo.
FRAY LORENZO: Si ya está concertado todo… ¿En dónde
entro yo?
ROMEO: Sólo falta que bendiga nuestra unión.
FRAY LORENZO.- ¡Por los clavos de Cristo! ¡Qué
pronto olvidaste a Rosalía!
ROMEO: No me dijo que hiciera todo lo posible por
ahogar ese amor.
FRAY LORENZO: Sí. Pero no para que brotara otro nuevo
amor, y… más apasionado.
ROMEO: ¿Quién controla al amor?
FRAY LORENZO: ¡El Demonio!… Ven conmigo Romeo. Yo
te ayudaré a conseguir lo que deseas para que esta boda sea lazo de amistad que
extinga el rencor de los Montesco y los Capuletos. (salen)
SIETE
Nana / Romeo
Vemos entrar
a La Nana, sigilosa y cautelosa.
NANA: Lo voy a esperar tres minutos nada más… si no
aparece, regreso con Julieta y le digo que se echó para atrás el galán. (otea en busca de Romeo) Alguien viene…
que no sea, que no sea, que no sea… (vemos
entrar a Romeo buscando a alguien) (de
mala gana) si es. ( a Romeo)
¿Esta perdido o busca a alguien?
ROMEO: Espero a alguien.
NANA: ¿Ese alguien viene de parte de la niña
Capuleto?
ROMEO: ¿¡Tú vienes de parte de mi amada Julieta!?
NANA: Y vengo a llevarle un recado de usted para
ella.
ROMEO: ¿Y qué recado será ese?
NANA: Le diré que lo de anoche fue hermoso, pero
solo eso, y que no habrá boda.
ROMEO: Al contrario, le dirás que invente algún
pretexto para ir esta tarde a confesarse al convento de
Fray Lorenzo… él nos confesará y casará. ( le da una bolsa con monedas) Toma este
regalo.
NANA: De usted no aceptaré ni un centavo.
ROMEO: (agitando
la bolsita frente a su cara) ¿Segura?
NANA: Cuando yo digo no… es no. (Romeo hace por guardar la bolsita, Nana se
la arrebata) Pero ya que insiste, la tomare.
ROMEO: Dile que a las seis la espero.
NANA: A las seis estará.
ROMEO: Dile que el tiempo que faltan se me hará
eterno y que mi amor será por siempre. (sale)
NANA: (al
público) Será por siempre… ojala su boca sea santa… (mirando al cielo) que sea tu voluntad.
Escuchamos a
Julieta en off.
JULIETA EN OFF: Nanaaaaa.
NANA: Acá mi niña, acá…
OCHO
Nana /
Julieta
Nana tiene un gesto de tristeza
en su rostro.
JULIETA: (entrando) Nana… ¿por qué
esa cara.
NANA: Ay niña, no se burle que es la única que
tengo.
JULIETA: Yo digo; esa cara de tristeza… ¿Acaso traes
malas noticias?
NANA: Lo que traigo es un cansancio… Y un dolor de
huesos.
JULIETA: Nana, ¡las noticias! Habla por Dios.
NANA: ¡Que mala elección de marido has tenido!
JULIETA: Calla, calla que no eres sabia o adivina.
NANA: Se le ve en la cara lo maligno… dejaría de
ser Montesco.
JULIETA: Nana, ¿a qué te mande?
NANA: Niña, se casa uno para mejorar la raza…
JULIETA: Por eso sigues soltera.
NANA: Si no me he casado, es porque no he
encontrado algo digno de esta belleza. (haciendo
referencia a su persona)
JULIETA: Ni lo encontraras.
NANA: ¿Qué dices?
JULIETA: Lo que importa es… ¡Qué dijo Romeo!
NANA: Que busques la forma de ir a confesarte con
Fray Lorenzo.
JULIETA: ¡¿Confesarme?!...
NANA: Sí, confesarte. Después, allí mismo te
casarás.
JULIETA: (entusiasmada)
¡Sí habrá boda!
NANA: Silencio… que tus padres te pueden escuchar.
JULIETA: Sí… si (hace acción de silencio)
NANA: Ve a cambiarte para la confesión que Fray Lorenzo
no tarda en llegar.
JULIETA: Nana… ¡La felicidad llegó a mi vida! (sale)
...
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