Hugo R. Gómez
CUANDO GERONTE Y ARGANTO ADELANTAN SU REGRESO DE UN VIAJE HECHO A LA CAPITAL, PORQUE LLEGA A SUS OÍDOS EL RUMOR DE QUE UNO DE ELLOS YA SE HABÍA CASADO Y SIN EL CONSENTIMIENTO DE SU PADRE, YA QUE ENTRE ELLOS TENÍAN APALABRADO EL MATRIMONIO DEL HIJO DEL UNO CON LA HIJA DEL OTRO, PERO.
CUANDO LOS HIJOS SE ENTERAN DEL REPENTINO REGRESO DE SUS PADRES, ACUDEN A SCAPÍN PARA EMBAUCAR A SUS PADRES Y SACARLES DINERO, QUE AMBOS NECESITAN, CON URGENCIA.
SCAPÍN SE ENCARGARÁ DE TODO: DE HACER QUE LOS PADRES PERDONEN LA IMPRUDENCIA DE SUS HIJOS, Y DE CONSEGUIR CON TODA CLASE DE ENGAÑOS Y ENREDOS EL DINERO QUE NECESITAN, Y QUE SALE DEL BOLSILLO DE SUS PADRES.
PERSONAJES
POR ORDEN DE APARICIÓN:
OCTAVIO: HIJO DE ARGANTO Y PIOR ES NADA DE JACINTA
SILVESTRE: CHALAN DE OCTAVIO
SCAPÍN: TRAPACERO Y DUEÑO DE LA CANTINA
JACINTA: HIJA, DE LA CANITA AL AIRE, DE GERONTE Y LA MERA, MERA DE OCTAVIO
ARGANTO: PADRE DE OCTAVIO Y JACINTA
LEANDRO: HIJO DE GERONTE Y AMASIO DE CERBINETA
GERONTE: PADRE DE LEANDRO Y DE JACINTA
CERBINETA: HIJA DE ARGANTO Y PRETENSA DE LEANDRO
LA OBRA SE DESARROLLA POR COMPLETO EN LA CANTINA
“LAS POSADERAS” DE DOÑA PETRA
ACTO ÚNICO
Al abrir el telón, vemos una escenografía compuesta por una barra de cantina, detrás de ella un espejo, una repisa con botellas y a un lado del escenario una mesa con dos sillas.
ESCENA PRIMERA
Octavio y Silvestre
Entra Octavio a paso apresurado y gritando.
OCTAVIO: (Buscando) Silvestre, Silvestreeeee… ¡¿dónde demonios estas?¡ (escuchamos FX de un pedito… Ptrrrr) ¿Eres tu Silvestre? (FX del pedo pero más fuerte)… Sí, si es él, conozco esa voz. (FX de cuando se le baja al baño)
SILVESTRE: (Entra secándose las manos en su pantalón) ¿Por qué tanto grito?... ¿Quién se murió?
OCTAVIO: Nadie…aún… pero podría ser yo el difunto.
SILVESTRE: Ah,Dio, ¿y eso?
OCTAVIO: Me llego un mensaje donde dice que mi padre llega al rato.
SILVESTRE: ¿Pus no que llegaba hasta dentro de dos meses para los “preparativos” de tu boda con la desconocida hija del señor Geronte?... Si tu padre supiera la locura que hiciste.
OCTAVIO: Cuando se entere de las cosas, de seguro me va a excluir de su testamento.
SILVESTRE: Bueno juera que sólo juera eso, más a lo lejos veo formarse una nube de palos que reventara sobre mis espaldas… (reclamándole) y todo por tu calentura.
OCTAVIO: Fue amor.
SILVESTRE: Amor… mis polainas que.
OCTAVIO: Lo que haya sido, ya firme. (angustiado) ¿Ahora como salgo de esta situación?... ¿Qué debo hacer?... ¿Qué decisión tomar?
ESCENA II
Scapín, Octavio y silvestre
SCAPIN: (Entrando) ¿Tomar?... ¿alguien dijo tomar?
OCTAVIO: ¡Scapín! Estoy desesperado.
SCAPIN: Y crudísimo por la carita. Ahorita te preparo un curado de apio con remolacha y se te quita todo.
SILVESTRE: Así es su cara. Lo que tiene es angustia… desesperación… no una cruda.
OCTAVIO: Mi padre quiere casarme con una hija que el señor Geronte tuvo quien sabe con quién.
SCAPIN: ¡Por fin te casas!... mira que, ya hasta estaba pensando cosas malas de ti. Porque ya sabes lo que dicen; soltero maduro, maricón seguro.
OCTAVIO: ¡Ah Scapín! Estoy desesperado, necesito tu ayuda, inventa algo para salir del hoyo.
SCAPIN: A travieso nadie me gana. Tengo un talento bastante grande para idear todas esas mañas hábiles, todas esas chapucerías ingeniosas, a las que el vulgo llama trapacerías, y puedo decir, sin vanidad, que no se ha visto en este pueblo y sus alrededores a un hombre más diestro forjador de recursos y de intrigas que haya logrado mayor gloria que yo en este noble oficio. ¡Basta de cebollazos! Y cuéntame lo que te apura.
OCTAVIO: Ya sabes, Scapín, que hace un tiempo el señor Geronte y mi padre se fueron a la capital para arreglar cierto negocio en el que sus intereses van unidos.
SCAPIN: Eso lo sabe todo el pueblo.
OCTAVIO: Y que nuestros padres nos dejaron; a mí, bajo el ojo avizor de Silvestre, y a Leandro, del tuyo.
SCAPIN: Eso también lo sabe todo el pueblo.
OCTAVIO: Y que Leandro conoció a una muchacha, de la que se enamoro.
SCAPIN: Eso lo sabe medio pueblo.
OCTAVIO: Y como somos muy amigos, casi, casi compadres, un día lo acompañe a ver a esa muchacha, y en el camino oímos, en una casita de una calle apartada, unos lamentos mezclados con sollozos.
SILVESTRE: ¿Algún animal herido?
OCTAVIO: Eso pensamos, pero los lamentos eran de una persona, para ser más exactos de sexo femenino.
SILVESTRE: ¿Femenino de mujer, o femenino de hombre? (Octavio y Scapín voltean a verlo, como diciendo “no seas güey”)… oh, los hombres también tenemos nuestra lado femenino.
OCTAVIO: De mujer.
SCAPIN: (a Octavio) Síguele, síguele, que esta de telenovela.
OCTAVIO: Entramos a la casita, en la que vimos a una viejecita moribunda y a su lado una bella muchacha llorando a mares.
SCAPIN: ¡Ah!
OCTAVIO: La flor más bella del ejido, era una chamagosa comparada con ella, y eso que vestía ropas sencillas, una falda de yute luida, una blusita escotada de manta, unos huaraches de la zapatería tres hermanos; su peinado era de trenza doble con cinta de colores.
SCAPIN: Me la estoy imaginando.
SILVESTRE: Yo también.
OCTAVIO: El llanto en su rostro no menguaba su belleza, y verla arrojarse tiernamente sobre la viejecita moribunda, a la que llamaba madre, te traspasaba el alma
SCAPIN: Ya hasta quiero llorar.
SILVESTRE: Yo también.
OCTAVIO: ¡Ah Scapín! Fue amor a primera vista.
SCAPIN: (Sollozando) ¿Quién iba a resistirse?
OCTAVIO: Intenté con unas palabras mitigar su dolor y con el corazón partido salimos de allí.
SILVESTRE: (A Octavio) ¿Y se acabo el relato?
OCTAVIO: No. Déjame terminarlo en dos palabras. (A Scapín) Desde aquel momento mi corazón latía como burro sin mecate, no podía quitármela de la cabeza, la soñaba, dormido y despierto, intente visitarla pero su chacha la negaba, hasta que un día la vi en la plaza, me le acerque, la invite al parque, al cine, a desayunar, a comer, a cenar… y cuando sus lindos labios estaban por decir algo, que llega la chacha a meter su cuchara… (remeda la voz) Muchachito, la niña no está para manitas sudadas, ella necesita un hombre de hogar, de principios… y eso sólo lo da el matrimonio.
SILVESTRE: Ah, que chacha metiche.
SCAPIN: ¿Y qué paso?
OCTAVIO: Que llevo tres días de casado.
SCAPIN: ¿Y eso los espanta?
SILVESTRE: Eso no… Esto: El otro casamiento que quieren que haga este burro (refiriéndose a Octavio) con la hija que el señor Geronte ha tenido de una segunda mujer, con la que; dicen las malas lenguas, se echo algunas canitas al aire, en Perros Bravos, Nuevo Lion.
SCAPIN: ¿No será león?
SILVESTRE: León, tigre, pantera u lo que sea.
SCAPIN: ¿Eso es todo? (Octavio y Silvestre asienten con la cabeza)
¡Pues están embarazados los dos por una tontería! ¡Qué barbaridad! (a Octavio) ya estas grandecito; ¡Y no sabes idear alguna decente y pequeña artimaña, para arreglar este asunto? ¡Bah!.
SILVESTRE: Oh, semos de rancho… no de ubre capitalina como tú.
OCTAVIO: Hablando de la reina de Roma.
ESCENA III
Jacinta, Octavio, Scapín y Silvestre
Mientras la escena se empieza a desarrollar, Scapín y Silvestre se apartan hacia una orilla del escenario, ya ubicados se abrazan y observan.
JACINTA: ¡Octavio! Por fin te encuentro.
OCTAVIO: ¿Para qué soy bueno?
JACINTA: Me entere que regresa tu padre y que quiere casarte. ¿Es verdad?...
OCTAVIO: Sí, Jacinta. (Jacinta solloza) ¿Por qué esas lágrimas? ¿Acaso dudas de mi amor?
JACINTA: No, Octavio. No dudo de tu amor, más me pregunto… ¿será eterno el fuego que lo aviva?
OCTAVIO: Lo será.
JACINTA: Porque dicen que el amor de los hombres es fuego que se apaga en un dos por tres.
OCTAVIO: Entonces no soy como los demás hombres, y siento que te amare hasta la tumba.
JACINTA: No dudo de tu sinceridad, honestidad y fidelidad; pero no te has cortado el cordón umbilical y dependes de un padre que quiera casarte con otra, cuando ya estas dado y casado conmigo.
OCTAVIO: No, Jacinta; no hay padre ni poder humano que pueda obligarme, y estoy decidido a irme de espalda mojada a los junaites antes que cometer adulterio o ser bulímico.
JACINTA: ¿¡Bulímico!?
OCTAVIO: Si... eso de tener dos esposas.
JACINTA: Bígamo… (deletreado) bí ga mo.
OCTAVIO: Eso mero. No llores, porque tus lágrimas me matan y si me muero, vas a quedar viuda.
JACINTA: (Secándose las lagrimas) Está bien Octavio, ya no lloro.
Jacinta deja de llorar, muestra una sonrisa, súbitamente escuchamos el llanto de Silvestre, que se separa de Scapín y se dirige hacia Octavio y Jacinta.
SILVESTRE: No es justo, no es justo… tu padre no puede, ni debe desbaratar esta unión que suda amor.
OCTAVIO: (Señalando a Scapín.) Allá esta un hombre qué podría evitar esta tragedia.
SCAPIN: No, he jurado y perjurado que no me metería en la vida de los demás. (Se cierra) (se hace un pequeño silencio) (Scapín lentamente gira su cabeza hacia ellos y se abre) pero, si me lo ruegan los dos con insistencia… (caminando hacia ellos) podría yo… olvidar ese juramento.
OCTAVIO: ¡Ah! Si sólo depende de eso… te imploro, ruego, insto, suplico, solicito encarecidamente que nos ayudes.
SCAPIN: (A Jacinta) Y tú, ¿No me dices nada?
JACINTA: Este (refiriéndose a Octavio), ya se acabo los sinónimos, pero… no seas gacho y échanos una manita.
SCAPIN: Hay que ser humilde y ayudar a los amigos.
OCTAVIO: (A Silvestre) Acompaña a mi amada a la casa. (a Jacinta) y tú, bella flor de cempasúchil vete tranquila que esto se arregla y nuestro amor vencerá. (salen Jacinta y Silvestre)
CUANDO LOS HIJOS SE ENTERAN DEL REPENTINO REGRESO DE SUS PADRES, ACUDEN A SCAPÍN PARA EMBAUCAR A SUS PADRES Y SACARLES DINERO, QUE AMBOS NECESITAN, CON URGENCIA.
SCAPÍN SE ENCARGARÁ DE TODO: DE HACER QUE LOS PADRES PERDONEN LA IMPRUDENCIA DE SUS HIJOS, Y DE CONSEGUIR CON TODA CLASE DE ENGAÑOS Y ENREDOS EL DINERO QUE NECESITAN, Y QUE SALE DEL BOLSILLO DE SUS PADRES.
PERSONAJES
POR ORDEN DE APARICIÓN:
OCTAVIO: HIJO DE ARGANTO Y PIOR ES NADA DE JACINTA
SILVESTRE: CHALAN DE OCTAVIO
SCAPÍN: TRAPACERO Y DUEÑO DE LA CANTINA
JACINTA: HIJA, DE LA CANITA AL AIRE, DE GERONTE Y LA MERA, MERA DE OCTAVIO
ARGANTO: PADRE DE OCTAVIO Y JACINTA
LEANDRO: HIJO DE GERONTE Y AMASIO DE CERBINETA
GERONTE: PADRE DE LEANDRO Y DE JACINTA
CERBINETA: HIJA DE ARGANTO Y PRETENSA DE LEANDRO
LA OBRA SE DESARROLLA POR COMPLETO EN LA CANTINA
“LAS POSADERAS” DE DOÑA PETRA
ACTO ÚNICO
Al abrir el telón, vemos una escenografía compuesta por una barra de cantina, detrás de ella un espejo, una repisa con botellas y a un lado del escenario una mesa con dos sillas.
ESCENA PRIMERA
Octavio y Silvestre
Entra Octavio a paso apresurado y gritando.
OCTAVIO: (Buscando) Silvestre, Silvestreeeee… ¡¿dónde demonios estas?¡ (escuchamos FX de un pedito… Ptrrrr) ¿Eres tu Silvestre? (FX del pedo pero más fuerte)… Sí, si es él, conozco esa voz. (FX de cuando se le baja al baño)
SILVESTRE: (Entra secándose las manos en su pantalón) ¿Por qué tanto grito?... ¿Quién se murió?
OCTAVIO: Nadie…aún… pero podría ser yo el difunto.
SILVESTRE: Ah,Dio, ¿y eso?
OCTAVIO: Me llego un mensaje donde dice que mi padre llega al rato.
SILVESTRE: ¿Pus no que llegaba hasta dentro de dos meses para los “preparativos” de tu boda con la desconocida hija del señor Geronte?... Si tu padre supiera la locura que hiciste.
OCTAVIO: Cuando se entere de las cosas, de seguro me va a excluir de su testamento.
SILVESTRE: Bueno juera que sólo juera eso, más a lo lejos veo formarse una nube de palos que reventara sobre mis espaldas… (reclamándole) y todo por tu calentura.
OCTAVIO: Fue amor.
SILVESTRE: Amor… mis polainas que.
OCTAVIO: Lo que haya sido, ya firme. (angustiado) ¿Ahora como salgo de esta situación?... ¿Qué debo hacer?... ¿Qué decisión tomar?
ESCENA II
Scapín, Octavio y silvestre
SCAPIN: (Entrando) ¿Tomar?... ¿alguien dijo tomar?
OCTAVIO: ¡Scapín! Estoy desesperado.
SCAPIN: Y crudísimo por la carita. Ahorita te preparo un curado de apio con remolacha y se te quita todo.
SILVESTRE: Así es su cara. Lo que tiene es angustia… desesperación… no una cruda.
OCTAVIO: Mi padre quiere casarme con una hija que el señor Geronte tuvo quien sabe con quién.
SCAPIN: ¡Por fin te casas!... mira que, ya hasta estaba pensando cosas malas de ti. Porque ya sabes lo que dicen; soltero maduro, maricón seguro.
OCTAVIO: ¡Ah Scapín! Estoy desesperado, necesito tu ayuda, inventa algo para salir del hoyo.
SCAPIN: A travieso nadie me gana. Tengo un talento bastante grande para idear todas esas mañas hábiles, todas esas chapucerías ingeniosas, a las que el vulgo llama trapacerías, y puedo decir, sin vanidad, que no se ha visto en este pueblo y sus alrededores a un hombre más diestro forjador de recursos y de intrigas que haya logrado mayor gloria que yo en este noble oficio. ¡Basta de cebollazos! Y cuéntame lo que te apura.
OCTAVIO: Ya sabes, Scapín, que hace un tiempo el señor Geronte y mi padre se fueron a la capital para arreglar cierto negocio en el que sus intereses van unidos.
SCAPIN: Eso lo sabe todo el pueblo.
OCTAVIO: Y que nuestros padres nos dejaron; a mí, bajo el ojo avizor de Silvestre, y a Leandro, del tuyo.
SCAPIN: Eso también lo sabe todo el pueblo.
OCTAVIO: Y que Leandro conoció a una muchacha, de la que se enamoro.
SCAPIN: Eso lo sabe medio pueblo.
OCTAVIO: Y como somos muy amigos, casi, casi compadres, un día lo acompañe a ver a esa muchacha, y en el camino oímos, en una casita de una calle apartada, unos lamentos mezclados con sollozos.
SILVESTRE: ¿Algún animal herido?
OCTAVIO: Eso pensamos, pero los lamentos eran de una persona, para ser más exactos de sexo femenino.
SILVESTRE: ¿Femenino de mujer, o femenino de hombre? (Octavio y Scapín voltean a verlo, como diciendo “no seas güey”)… oh, los hombres también tenemos nuestra lado femenino.
OCTAVIO: De mujer.
SCAPIN: (a Octavio) Síguele, síguele, que esta de telenovela.
OCTAVIO: Entramos a la casita, en la que vimos a una viejecita moribunda y a su lado una bella muchacha llorando a mares.
SCAPIN: ¡Ah!
OCTAVIO: La flor más bella del ejido, era una chamagosa comparada con ella, y eso que vestía ropas sencillas, una falda de yute luida, una blusita escotada de manta, unos huaraches de la zapatería tres hermanos; su peinado era de trenza doble con cinta de colores.
SCAPIN: Me la estoy imaginando.
SILVESTRE: Yo también.
OCTAVIO: El llanto en su rostro no menguaba su belleza, y verla arrojarse tiernamente sobre la viejecita moribunda, a la que llamaba madre, te traspasaba el alma
SCAPIN: Ya hasta quiero llorar.
SILVESTRE: Yo también.
OCTAVIO: ¡Ah Scapín! Fue amor a primera vista.
SCAPIN: (Sollozando) ¿Quién iba a resistirse?
OCTAVIO: Intenté con unas palabras mitigar su dolor y con el corazón partido salimos de allí.
SILVESTRE: (A Octavio) ¿Y se acabo el relato?
OCTAVIO: No. Déjame terminarlo en dos palabras. (A Scapín) Desde aquel momento mi corazón latía como burro sin mecate, no podía quitármela de la cabeza, la soñaba, dormido y despierto, intente visitarla pero su chacha la negaba, hasta que un día la vi en la plaza, me le acerque, la invite al parque, al cine, a desayunar, a comer, a cenar… y cuando sus lindos labios estaban por decir algo, que llega la chacha a meter su cuchara… (remeda la voz) Muchachito, la niña no está para manitas sudadas, ella necesita un hombre de hogar, de principios… y eso sólo lo da el matrimonio.
SILVESTRE: Ah, que chacha metiche.
SCAPIN: ¿Y qué paso?
OCTAVIO: Que llevo tres días de casado.
SCAPIN: ¿Y eso los espanta?
SILVESTRE: Eso no… Esto: El otro casamiento que quieren que haga este burro (refiriéndose a Octavio) con la hija que el señor Geronte ha tenido de una segunda mujer, con la que; dicen las malas lenguas, se echo algunas canitas al aire, en Perros Bravos, Nuevo Lion.
SCAPIN: ¿No será león?
SILVESTRE: León, tigre, pantera u lo que sea.
SCAPIN: ¿Eso es todo? (Octavio y Silvestre asienten con la cabeza)
¡Pues están embarazados los dos por una tontería! ¡Qué barbaridad! (a Octavio) ya estas grandecito; ¡Y no sabes idear alguna decente y pequeña artimaña, para arreglar este asunto? ¡Bah!.
SILVESTRE: Oh, semos de rancho… no de ubre capitalina como tú.
OCTAVIO: Hablando de la reina de Roma.
ESCENA III
Jacinta, Octavio, Scapín y Silvestre
Mientras la escena se empieza a desarrollar, Scapín y Silvestre se apartan hacia una orilla del escenario, ya ubicados se abrazan y observan.
JACINTA: ¡Octavio! Por fin te encuentro.
OCTAVIO: ¿Para qué soy bueno?
JACINTA: Me entere que regresa tu padre y que quiere casarte. ¿Es verdad?...
OCTAVIO: Sí, Jacinta. (Jacinta solloza) ¿Por qué esas lágrimas? ¿Acaso dudas de mi amor?
JACINTA: No, Octavio. No dudo de tu amor, más me pregunto… ¿será eterno el fuego que lo aviva?
OCTAVIO: Lo será.
JACINTA: Porque dicen que el amor de los hombres es fuego que se apaga en un dos por tres.
OCTAVIO: Entonces no soy como los demás hombres, y siento que te amare hasta la tumba.
JACINTA: No dudo de tu sinceridad, honestidad y fidelidad; pero no te has cortado el cordón umbilical y dependes de un padre que quiera casarte con otra, cuando ya estas dado y casado conmigo.
OCTAVIO: No, Jacinta; no hay padre ni poder humano que pueda obligarme, y estoy decidido a irme de espalda mojada a los junaites antes que cometer adulterio o ser bulímico.
JACINTA: ¿¡Bulímico!?
OCTAVIO: Si... eso de tener dos esposas.
JACINTA: Bígamo… (deletreado) bí ga mo.
OCTAVIO: Eso mero. No llores, porque tus lágrimas me matan y si me muero, vas a quedar viuda.
JACINTA: (Secándose las lagrimas) Está bien Octavio, ya no lloro.
Jacinta deja de llorar, muestra una sonrisa, súbitamente escuchamos el llanto de Silvestre, que se separa de Scapín y se dirige hacia Octavio y Jacinta.
SILVESTRE: No es justo, no es justo… tu padre no puede, ni debe desbaratar esta unión que suda amor.
OCTAVIO: (Señalando a Scapín.) Allá esta un hombre qué podría evitar esta tragedia.
SCAPIN: No, he jurado y perjurado que no me metería en la vida de los demás. (Se cierra) (se hace un pequeño silencio) (Scapín lentamente gira su cabeza hacia ellos y se abre) pero, si me lo ruegan los dos con insistencia… (caminando hacia ellos) podría yo… olvidar ese juramento.
OCTAVIO: ¡Ah! Si sólo depende de eso… te imploro, ruego, insto, suplico, solicito encarecidamente que nos ayudes.
SCAPIN: (A Jacinta) Y tú, ¿No me dices nada?
JACINTA: Este (refiriéndose a Octavio), ya se acabo los sinónimos, pero… no seas gacho y échanos una manita.
SCAPIN: Hay que ser humilde y ayudar a los amigos.
OCTAVIO: (A Silvestre) Acompaña a mi amada a la casa. (a Jacinta) y tú, bella flor de cempasúchil vete tranquila que esto se arregla y nuestro amor vencerá. (salen Jacinta y Silvestre)
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